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El bosque es nuestro

Todo el daño ambiental que causamos y recibimos se puede expresar con la imagen de la balanza. Si ponemos en un plato la masa de todas las personas que hay en el mundo -un auténtico contradiós- y de los animales que criamos (incluidos los domésticos, que no suelen destinarse al consumo) y, en el otro plato, el resto de mamíferos salvajes, incluidos lemmings, ratones y elefantes de Botsuana, pesamos más nosotros: un quintal, un voto. Aunque ya tenemos casi mil linces, cada uno con su radiotransmisor, que es el móvil del felino.

Pero esa ocupación maníaca y pesadillesca de todos los ámbitos es la llave de una posible solución. Islandia tenía árboles, pero los vikingos arrasaron la isla para calentarse con la leña. Ahora que ya saben como aprovechar la energía geotérmica y la del viento (de la solar, mejor ni hablamos), llevan muchos años dedicados a repoblar: ya tienen el 1,5% de la isla ganada. Parece poco, pero es un 50 % más de la que tenían hace un siglo. Además han encontrado la manera de recoger el anhídrido carbónico de las combustiones, inyectarlo en ciertas rocas y estabilizarlo en forma de carbonatos. Sí, se puede transformar en roca el carbono que anda suelto por la atmosfera desde que decidimos dedicarnos a la minería del automóvil.

Pero para reducir los gases de efecto invernadero nada mejor que los árboles que los convierten en granadina, mojitos y plátanos de Canarias. El bosque era ese espacio musgoso y húmedo donde podíamos -aún pueden los más osados- alcanzar la revelación de que somos uno con los hongos y el fulgor de los pájaros azules. Pero la última borrasca, nacida por ciclogénesis explosiva, ha dejado cinco litros en Utiel y siete en Ademuz. La bomba no era ni carcasa. Sí, ya somos los únicos dueños del bosque, ni una brizna de hierba se levanta sin nuestro permiso y eso significa que lo podemos limpiar, gobernar los rebaños, mantener abiertas las sendas y hacer centrales de biomasa. En definitiva, gestionar lo que es nuestro. Los incendios, en efecto, se apagan en invierno.

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