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Maite Mercado

Tiempos de guerra

No, no me refiero a los resultados de las elecciones autonómicas en Cataluña. El análisis televisivo del 21D queda para un análisis más reposado pero el final de la supuestamente única temporada de «Tiempos de guerra» no puede esperar. La producción de Bambú ha ido ganando adeptos con el paso de la semanas consolidándose como primera opción de los miércoles frente a «Mi casa es la tuya» de Bertín Osborne.

El último episodio consiguió una cuota de pantalla del 15,6%, similar a las de los anteriores, manteniéndose varios puntos por encima de la media de Antena 3, con cerca de dos millones y medio de espectadores. La nueva edición de «MasterChef Junior» no le arrebató el liderazgo y los pequeños aspirantes a cocineros tuvieron que conformarse con la medalla de plata.

El avance de la semana pasada y las promos de la cadena estos días lograron crear expectación entre sus seguidores por conocer cómo resolverían las diversas tramas amorosas y hasta el caso de corrupción en el Ejército. Muchos pedían en las redes una temporada más intuyendo ya que quizás fuera complicado concluir satisfactoriamente tantas historias en un solo capítulo. Los autores aseguraron que se planteó, grabó y montó con un final cerrado lo que dificultaba la realización de una segunda tanda. Nos lo creímos. Antena 3 nos ha acostumbrado a dar carpetazo a series como «Vis a Vis» o «Mar de Plástico» sin explotar el filón y tiene mucho por estrenar.

Pero visto el episodio, nos preguntamos si ese supuesto cierre en un apoteósico episodio final, no era sino otro cebo para acabar en alto. La decepción fue mayúscula al aparecer en el momento culmen un epílogo en un tiempo indeterminado en el que Carmen Angoloti, la Duquesa de la Victoria, encarnada por Alicia Borrachero, escribe una carta a un esposo fantasma haciéndole un resumen muy poco concreto de cómo están sus damas enfermeras. Decepcionante, sin los asquerosos detalles, tan necesarios, aunque nada que ver con la escena de la capilla de «Lost» que de verdad me dejó sin palabras durante días. Porque lo importante es el camino.

Eso parece querernos decir la creadora del culebrón en Melilla. Gema R. Neira ha contado ahora que no es una historia que tenga un final: «Hablamos de la vida de unas personas, por lo que se puede concluir el relato en cualquier punto». Así de fácil. A veces pasa, también en la vida real.

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