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El 'byte' de Puig, Montoro y Cataluña

En informática, bit es el acrónimo de Binary Digit (dígito binario) usado para designar un elemento del sistema de numeración binario, esto es, 1 (sí, en lógica binaria) y 0 (no). Por su lado, la palabra byte evoca el sonido «bite» (en inglés, «mordisco») para designar la cantidad más pequeña de datos que un ordenador puede morder, un tamaño que se ha ido incrementando, y que en sus orígenes se estableció como de 8 bits. Con los avances habidos en arquitecturas de ordenadores los mordiscos de 64 bits son ya habituales, con lo que la información de cada mordisco es potencialmente más rica.

Yendo a la actualidad de este lunes, sabemos que vamos a vivir un capítulo más de la relación infructuosa existente entre la Generalitat Valenciana (GV) y el Gobierno central, con motivo de la convocatoria por parte del president Ximo Puig de la Comisión de seguimiento para la financiación justa, a causa de las decisiones tomadas por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ante la inexistencia, por ahora, de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2018. Todo ello con Cataluña en el fondo del problema.

Tras once años escribiendo en este periódico sobre la inviabilidad económica de la GV (¿recuerdan a Camps?) confieso que mi mordisco de datos o de conocimiento es modesto como eran los bytes de los primeros ordenadores. Solo me atrevo a incluir 8 bits.

Las respuestas a determinadas preguntas no son necesariamente binarias, pero he llegado a la conclusión que a veces abusar del «sí, pero» es dialéctica barata y uno acaba cansado de que ninguna respuesta llegue al ciudadano. La contundencia de las opiniones solo aparece para descalificar al que milita en el bando contrario. A sabiendas de que el lector puede rechazar la contundencia de lo binario, en las respuestas a preguntas difíciles, que como todo lo humano pueden no estar exentas de equivocaciones. Con todo el riesgo, intentemos la claridad aunque el ejercicio sea calificado como propio de cabezas cuadradas carentes de inteligencia política alguna. Utilizando simples SÍ/NO, este es el byte resultante:

Bit 1. ¿Tiene en estos momentos el Gobierno de Mariano Rajoy un nuevo modelo financieramente sostenible, que dé lugar a un reparto en función de necesidades definidas por cada una de las comunidades autónomas? NO

Bit 2. ¿Han propuesto las comunidades autonómas una solución político-algorítmica que sea compatible con los problemas simultáneos de las pensiones y de la desaparición del empleo? NO

Bit 3. ¿A pesar de todo lo acaecido en Cataluña, han surgido desde allí, propuestas de soberanistas catalanes (a no confundir exactamente con los independentistas) sobre un nuevo modelo de financiación para los próximos años? SÍ

Bit 4. ¿Es aceptable que Rajoy y Montoro se suman en el silencio y en el calvario catalán para renunciar a proponer un dialogo serio sobre la financiación autonómica, poniendolo por delante la aprobación de los PGE de 2018? NO

Bit 5. ¿Es aceptable que el president Puig exija que se decida con urgencia un nuevo modelo de financiación, incluso antes de aprobar los PGE de 2018? NO

(Nota: Los bits 4 y 5 no son compatibles y una puerta lógica nos daría un warning, lo que nos llevaría a declarar que el resultado solo es aceptable si no existieran prelaciones temporales en las preguntas. Los sistemas operativos solventes, antes de declarar un error que todo lo para, intentan reaccionan a estas circunstancias.

Bit 6. ¿Debe pronunciarse con el desparpajo con que lo ha hecho esta semana el delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana sobre esta cuestión? NO

Bit 7. ¿Existe una conciencia de solidaridad en el resto de comunidades autónomas que recoja una solución extraordinaria acerca de la situación de precariedad financiera en el reparto que la GV expone reiteradamente? NO

Bit 8. ¿Ha sido superado el Consell en su decisión de considerar el problema del maltrato de los valencianos la clave de su política, camino de una especie de «España ens roba»? SÍ

Una vez hecho este ejercicio de simplificación, necesariamente grosero, se comprueba la dificultad del problema encerrado en los datos binarios del byte, y ahora toca que cada ciudadano haga su propia evaluación. El diagnóstico del abajo firmante es tan añejo como ignorado pero no veo razones para retirarlo: desgraciadamente, la estructura financiera de las autonomías no ha funcionado; la legítima arquitectura territorial que democráticamente decidimos los españoles no ha resistido a la Gran Depresión. A la hora de cambiar y corregir, hay que buscar perspectivas distintas a las actuales y aunque las palabras federalismo y recentralización asusten por suponer ambas cambios importantes, en direcciones opuestas, ignorar las encrucijadas es propio de pueblos inmaduros. Aunque atribuir la culpa al contrario sea un señuelo para aquellos que sienten pereza a la hora de afrontar cuestiones difíciles, el debate es inaplazable. No mitifiquemos los PGE de 2018, el Ministerio de Hacienda tiene mecanismos y debería aplicarlos inmediatamente, para evitar que las comunidades tengan problemas de liquidez por la decisión de congelar el modelo de financiación hasta que éstos se aprueben. La verdadera cuestión a encarar es la organización de la convivencia entre nosotros. Las ideas que vienen desde Cataluña no deben rechazarse porque sí; asumamos que una de las formas de equivocarse es tratar igual a los diferentes. Reconocer la singularidad catalana (no la independencia de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras) no supone privilegiarla a nuestra costa; se trata solamente de establecer normas para evitar situaciones improductivas y venenosas como las que estamos viviendo.

Mañana, tras un nuevo episodio Montoro/Puig hoy, la vida seguirá. Valencianos y catalanes conviviremos en un Estado que por ahora se conoce como Reino de España. Todos deben serenarse.

El contenido final de nuestro byte no es agradable, indica que la posible solución, si llegamos a sintetizarla, no va a ser ni obvia, ni milagrosa. No todos vamos a quedar satisfechos. El mapa que hemos construido de: territorios económico-culturales; de competencias y de financiaciones deberá ser retocado.

Al fondo del escenario, Europa.

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