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La cruzada mágica

No es cierto, como dice Ségolène Royal -que pudo ser presidenta de Francia pero su partido no lo permitió (más o menos como el PSOE de Felipe con Josep Borrell)-, no es verdad, digo, que, como ella afirma, Catherine Deneuve no vaya a sufrir nunca acoso porque es rica y famosa. Nosotros, periodistas valencianos en la Mostra de Cinema (q.e.p.d.), presenciamos como el conocido fabricante de brochas y casi alcalde, Vicente González Lizondo, en funciones de interprete voluntario, asaltó la lengua francesa y le causó varios destrozos al traducir las palabras de madame Deneuve que se vio obligada a proclamar: «Yo no he dicho eso». Con un subrayado rotundo de cada partícula de la oración.

Las cruzadas son mala idea: siempre las gana el moro. La Inquisición buscaba herejes y encontró y socarró a unos cuantos, pero muchísimos menos que brujas cazaron los protestantes. Las brujas de Zugarramurdi, Navarra, saldaron sus vuelos psicodélicos con poco más que una paternal reprensión. En efecto, las cruzadas acaban con peligrosas y generales afirmaciones de moralidad y pureza -sursum corda!- y el noble propósito de acabar con la prostitución. A veces se hace responsable al alcohol del maltrato a las mujeres y así fue como la señora Carrie Nation creó el Movimiento por la Templanza que había de desembocar en la Ley Seca y, más tarde, en una epidemia de violencia sistémica.

Por supuesto que hay que combatir los malos tratos y el acoso sexual, como se hizo, por ejemplo, con el conocido Vicente Sanz de Canal 9. Pero esas campañas floridas que cosechan tanto adherente (porque las buenas palabras salen gratis), sólo sirven para exaltar la buena conciencia. Porque hay acoso y abuso sexuales en los ejércitos, en la escuela (no sólo en la católica), en la vida profesional (no sólo en Hollywood) y en la BBC, donde a Jimmy Savile, Caballero de la Reina o algo así, le traían niños muy tiernos. Dicho eso, nunca perdonaré al puto judío rijoso de Harvey Weinstein por haber molestado a Mira Sorvino, cuya mera presencia la creación agranda y el aire ilumina y aligera.

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