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Negocio redondo

Leemos en la prensa internacional que el Gobierno de Estados Unidos no está dispuesto a aportar oficialmente ni un céntimo a la reconstrucción del Irak que destruyó.

Lo hizo primero con una invasión en toda regla para deshacerse de un Sadam Husein que se le había vuelto díscolo y luego en la lucha contra el llamado Estado islámico.

Bombas de la superpotencia y de los aliados a los que George W. Bush arrastró a aquella primera aventura ilegal destruyeron toda suerte de infraestructuras y mataron o dejaron sin hogar a cientos de miles de civiles.

A todo ello se sumarían más tarde los destrozos de mucho de lo que seguía en pie en los encarnizados combates contra unos yihadistas que aprovecharon el caos humano y político generado por la invasión para lograr sus objetivos.

Sólo en la lucha contra el Estado islámico, es decir sin contar los destrozos de la invasión de 2003, se destruyeron en torno a las 26.000 viviendas, de ellas 13.000 en Mosul, capital de los yihadistas, mientras que 2,6 millones de personas fueron desplazadas.

Según el primer ministro, Haider al Abadi, el país necesita ahora una inyección económica de 100.000 millones de dólares para recuperar sistemas de abastecimiento de agua y electricidad, instalaciones petroleras y fábricas, y a tal fin se celebra ahora en Kuwait una primera conferencia internacional de donantes.

El Gobierno de Donald Trump ya anunciado que Irak no debe esperar ninguna ayuda oficial de Washington, sino que confía en las empresas privadas, que acudirán numerosas a la reunión, y en que las ricas monarquías del Golfo pongan el dinero que haga falta.

De modo que Estados Unidos, como es ya tradición, destruye un país con cualquier pretexto, provoca allí sólo muerte y destrucción, y anima luego a sus empresas - America first- a lucrarse con la reconstrucción.

Y, por supuesto, sin que ninguno de los responsables de lo ocurrido acabe en el tribunal de La Haya; que eso queda sólo para dictadorzuelos africanos o algún que otro ex gobernante o militar de los Balcanes.

¿No es un negocio redondo?

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