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Puerto y ciudad

El otro día me enteré de que sumando todas las cantidades desviadas en los distintos casos de corrupción política, salía un pico. Como no es lo mismo presunción que hechos probados, supongamos que esa cantidad se reduce a la mitad: aún así salen 112.000 millones de euros. Para España en conjunto. Enmienda a la totalidad de ese pensamiento (oligofrénico) que presupone que un poco de corrupción va bien para los negocios. Y es muchísimo dinero si se tiene en cuenta que el túnel submarino para el norte del puerto de Valencia que alguien ha imaginado en el sueño indigesto de una noche de tormenta, ese tubo de la risa (Joan Olmos), costaría sólo 600 millones (que luego serían 1.200, como poco).

Últimamente devoro todo lo que se publica sobre nuestro puerto, desautorizado por los jueces en su ocupación desmesurada y apremiante de las parcelas de una ZAL que no se usa. Tampoco parecen usarse gran cosa los enormes espigones del norte y sin embargo el Puerto de Valencia a través de la persona de su primer galán, Aurelio Martínez, «le pide relaciones a la ciudad», como escribió nuestro director Julio Monreal. El puerto se presenta a sí mismo como «autoridad», un mimetismo de las películas de marshalls contra narcos: no hay más autoridad que la electa.

Ahora, el puerto nos ofrece la Torre del Reloj, oh, para exponer a Sorolla y hasta un parque de la desembocadura como antes prometió, y no hizo, espacios verdes para la damnificada Natzaret. Como dice el castellano en su variante menos púdica, prometer hasta el meter. Cuando acompañaba becarias a las ruedas de prensa, sorprendí a la directiva del Puerto dedicándose toda suerte de parabienes y palmaditas en la espalda por no sé qué terminal de contenedores. Entonces aún había cierta industria valenciana de bienes de bajo precio, ahora hay menos, y quizás desaparezca del todo. Como la exportación de cítricos. Esta claro que el puerto espera grandes cosas de la ciudad, ahora sólo nos resta averiguar -y no es fácil- qué va a sacar la ciudad de un puerto que se ha comido La Punta y todas las playas hasta el Perellonet.

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