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Cartas silenciadas.Vidas robadas

Juanita, me dirás en la tuya si sabes de tus padres. Pues yo les he mandado nueve cartas y todavía no he tenido contestación (€) no dejes de escribirme, pues pienso mucho en ti y en nuestra hijita. Muchas veces termino llorando como un niño». «Madre, el motivo de escribirle estas cuatro letras es para decirles que ya les he escrito varias cartas y todavía no he tenido contestación de usted, así que ya se puede figurar lo que estoy padeciendo». «No puedo comprender que de las muchas cartas que llevo escritas no haya llegado alguna a tus manos. Pero tampoco puedo creer que si alguna no ha llegado, no tener contestación». Son algunos ejemplos extractados de cartas que escribieron desde diferentes campos de concentración vecinos de Manises apresados al finalizar la Guerra Civil. Cartas que nunca llegaron a sus familias porque fueron incautadas por el responsable local de la censura. Cartas robadas que muestran la desesperación y el desaliento de unos hombres que intentaban contactar con sus seres queridos en busca de ayuda, consuelo o, simplemente, informarles acerca de donde se encontraban. Cortas letras desgarradoras que muestran la crudeza de una parte de nuestra historia: la realidad de la represión franquista tras la guerra. Emociona leerlas. En algunos casos, intentaban transmitir tranquilidad a sus allegados: «Querida hermana, cojo la pluma para deciros que estoy bien y con muchas ganas de veros». Otros, incluso pedían que les hiciesen llegar avales para poder salir del cautiverio: «Ángeles, como supongo ya sabes por la otra que me encuentro en este campo y para salir necesitamos un aval de Falange o de dos personas honradas de las derechas que tú ya sabes cuáles son». Los avales nunca llegarían porque las cartas jamás se entregaron a sus destinatarios. Fueron silenciadas.

Al inicio de la Transición, siendo ministro de Gobernación Rodolfo Martín Villa, estas misivas (en torno a cincuenta) junto con más documentación -expedientes para la depuración, denuncias, chivatazos y un listado nominativo de la población de Manises clasificándola como adictos, dudosos o enemigos del régimen- que obraba en el local municipal de la Falange, iba ser quemado. Afortunadamente, alguien que se encontraba trabajando en la zona localizó por causalidad estos papeles y los puso a salvo, llegando a superar un par de registros domiciliarios. Permanecieron escondidos dentro de un cajón de naranjas hasta que en el año 2005, gracias a las gestiones llevadas a cabo por un trabajador del Ayuntamiento de Manises, Manuel Monasterio, empezaron a ver la luz. Estos días, los documentos están expuestos en la Casa de Cultura de la localidad. Todo ello ha sido posible gracias a la magnífica labor que ha realizado el Grupo de Recuperación de la Moria Histórica de la Fundación Movimiento Ciudadano de Manises y especialmente Salvador Espí, un historiador y luchador incansable por la recuperación de la memoria histórica. Son numerosas las anécdotas que caracterizan la historia de estos valiosísimos documentos desde su rescate hasta hoy. Lo tendremos que contar.

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