Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Maite Mercado

Criadas sin prensa libre

En una de esas pequeñas coincidencias que cosquillean, la misma semana en que se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa disfruto del segundo capítulo de la nueva temporada de «The Handmaid´s Tale» (El cuento de la criada) que muestra lo que puede suceder a los periodistas en un régimen totalitario.

La distopía imaginada por Margaret Atwood va ahora más allá de la obra original, a las zonas contaminadas que se mencionan en el libro y a los orígenes de esa teocracia que fue diezmando las libertades, especialmente las de las mujeres. La novela se centra en la perspectiva feminista pero deja ver también la persecución de colectivos profesionales como el de la medicina o la enseñanza y, por supuesto, el LGTB, represión que ahora se amplía en la serie. A menudo las doncellas pasan junto al muro en el que cuelgan a estos «disidentes» como gran valla publicitaria de las bondades del sistema. «No pueden volver a hacernos entrar en el armario», se lamenta en este episodio Emily, antes de ser Deglen. La amiga de Defred acaba convertida en nadie, los que llaman los «Unpeople», sobreviviendo a su manera, sin dejarse vencer del todo, sin perdonar. La actriz Alexis Bledel, la inolvidable Rory Gilmore que quiso ser periodista, brilla en las Colonias, mientras en otro lugar al que no va nadie desde la guerra, se adivinan bobinas de papel en la oscuridad.

Emocionante es ver la rotativa parada, todavía con ejemplares congelados en el tiempo, ese momento en el que la República de Gilead acabó con la prensa. El silencio y las sillas vacías en la redacción del Boston Globe son desoladores. En una de las mesas con fotografías, papeles y taza de café, un zapato de mujer en el suelo. Se los llevaron a todos al sótano, donde quedan rastros de ejecuciones en una pared y sogas de ahorcamientos. Y el otro zapato. Esa periodista no servía como esclava, ni reproductora ni sexual, ni para limpiar desechos tóxicos. Era demasiado peligrosa.

Sin periodismo no hay democracia. Bien lo saben los que mal la quieren. Y la libertad de prensa siempre está amenazada, por leyes mordaza, por magistrados que admiten a trámite querellas de cualquiera que se siente calumniado por la verdad, por la censura y la manipulación en los propios medios, por agresiones y linchamientos en redes sociales que demuestran poco respeto por el derecho a la información y la labor esencial de los periodistas en una sociedad libre.

Compartir el artículo

stats