Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Voro Contreras

Black is black

El sábado murió José María Iñigo. Además de su papel capital para asentar el dominio del espectáculo frente a la utilidad pública en la televisión española, Iñigo fue una figura fundamental en la llegada y consolidación de la música pop en el país. Antes del archifamoso «Estudio abierto» y del legendario «Directísimo», el presentador bilbaíno había conducido «Último grito», un espacio musical que llenó aquella tele en blanco y negro de códigos visuales totalmente novedosos, mucho más que los que se estilaba en la mayoría de televisiones europeas de la época (1968). Y antes de eso había estado pinchando discos en Los 40 Principales y traduciendo a la España del franquismo los modos y formas de la radio musical británica -especialmente de las emisoras piratas que emitían desde alta mar- que había escuchado con deleite durante los años en los que residió en Londres.

Pues eso, que la importancia de José María Iñigo para la historia del pop español es incontestable. Y pese a ello aún es más incontestable la de un contemporáneo suyo que murió unos días antes que él pero de forma mucho más desapercibida que la del bigotudo y bisoñesco presentador. Me refiere a Alain Milhaud, un suizo que recaló por asuntos matrimoniales en la España de la posguerra y que fue el responsable de la que seguramente ha sido la aventura más fantástica y trágica que ha vivido una banda española en las últimas décadas. Nos referimos, claro, a Los Bravos, el grupo del que Milhaud lo fue todo menos músico: creador, muñidor, manager, destruidor...

El lunes, supongo que con motivo de la muerte de Milhaud, La 2 emitió una versión reducida de «Black is black», un documental con el que Álex Riesgo y Fran Parra repasan la historia de aquel combo que logró colocar en lo alto (o casi) de las listas de éxitos de medio mundo dos de sus canciones: la que da título a la película y «Bring a little lovin». Ningún grupo español volvió a alcanzar tanta popularidad internacional hasta la llegada de Los Monjes de Silos. El documental es brutal, como la propia historia de la banda: además de trallazos pop, en él vemos a un alemán loco que apenas sabe (ni quiere) cantar en español, a un teclista que se suicida de un escopetazo en el corazón después de provocar la muerte de su novia, a un manager (el susodicho Milhaud) capaz de aprovechar este hecho lúgubre para montar una campaña publicitaria repelente... También hay mafiosos irlandeses, drogas turcas y muchas chicas. Miren si en la web de TVE aún está colgado «Black is black» porque vale mucho la pena.

Compartir el artículo

stats