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En el próximo capítulo

Pensaba que eso de ver un capítulo cada semana era cosa del pasado, hasta que la adicción a dos series inmensas me ha obligado a volver a sentir esa ansiedad de no poder saber qué será lo que pasará hasta pasados siete días. Los motivos de esta pequeña molestia de la era «streaming» son «Westworld» y «The Handsmade´s Tale», dos productos de máxima calidad que en España hoy se pueden ver a través de HBO. Hace unos meses me fui durante un tiempo del Home Box Office patrio para centrarme en Netflix y Prime video. Resulta que el exceso de oferta seriéfila que invadía mi «prime time» a la carta era demasiado, pero he vuelto con esa seguridad suscriptora que te ofrece la no permanencia. Ha valido la pena, las segundas temporadas de ambas producciones americanas están resultando auténticos placeres para cualquier paladares exigente que disfrute con la ficción, quien las vea lo comprobará fácilmente. El problema es que ahora estas ansiadas continuaciones desafían esa tendencia del consumo de capítulos maratoniano, más milenialmente conocido como «binge watching». Un capítulo, una semana, es lo que hay, y en el caso de la adaptación televisiva de la novela de Margaret Atwood el sufrimiento es mayor. La esclavitud femenina en el mundo distópico donde transcurre la historia, remueve la conciencia, revuelve el estómago y provoca una angustia que parece sólo podrá poner remedio un desenlace feliz, que de momento todavía resulta lejano. Aún quedan capítulos, los mismos que emitirá próximamente Atresmedia que acaba de anunciar la compra de la serie para emitirla en abierto, toda una temeridad empresarial en los tiempos de consumo televisivo de hoy en día, y un regalo para el espectador que se encuentre con ella. Otra cosa es la programación que en estos casos suele ser desordenada y muchas veces sin aviso, de madrugada, pasó recientemente con la emisión «American Crime», esperemos que con «El cuento de la criada» no se repita. La magia de ser espectador reside en no saber qué pasará en el próximo capítulo, pero eso sí, siempre con el cuándo por delante.

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