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«Doping» electoral

Hizo bien Levante-EMV en destacar que Milagrosa Martínez será la segunda de los consellers de Francisco Camps -un buen tío, según Arcadi Espada - en ingresar en la cárcel por el lío de Fitur, dentro de la Gürtel. Quizás sea el lenguaje político el más rico en lugares comunes (gracias a los cuales todos entendemos lo mismo, pero no más). Los lugares comunes causan halitosis y hay que retirar a los que murieron y acuñar otros nuevos, tarea en la que la política se muestra muy fértil. La imagen de un PP que acudía «dopado» a las elecciones con los fondos extraordinarios de la red de Francisco Correa y Álvaro Pérez tuvo éxito. Estiremos un poco el alcance y validez de esta interesante metáfora.

Si uno se fija en las condenas del caso observa, un tanto intimidado, que los jueces (o la ley, no es lo mismo) consideran que hay una red criminal de no electos que hacen lo que les place por dejadez o complicidad de nuestros representantes y que los empresarios implicados, se dejan querer. Vean sino las condenas: 13 años para Correa, 9 para la consellera Milagrosa (La Perla) y 1'5 para cada empresario proveedor en una especie de tarifa judicial plana. Con año y medio de cárcel y sin antecedentes, no se ingresa en el trullo, salvo que el juez disponga otra cosa. No me extraña que se hayan oído acusaciones -de momento no muy ruidosas- de que el actual gobierno de la Generalitat también contrata con empresas que zascandilearon con el Correa y los suyos: les sale gratis. De momento y hasta más ver.

¿Qué habríamos de ver? Pues una ley que igualara los papeles de corruptor y corrompido y la perfecta simetría entre conseguidores, políticos ventajistas y empresarios con ganas de ganar, como sea, las adjudicaciones. Sin embargo me parece tan probable que esto ocurra como que los diputados se bajen el sueldo, quiero decir que podemos esperar sentados, con lo que la política (electoral) se parecerá, como una bellota a otra y cada día más, al ciclismo, donde la pregunta no es quién se dopa sino cuándo, cuánto y con qué suerte a la hora de los controles aleatorios.

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