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El barrio olvidado de Cullera

La capital turística pretende recuperar el enclave ubicado en la subida al castillo, uno de los conjuntos históricos de origen árabe más grande de los aún conservados en territorio valenciano

­Caballeros, bazares, mercaderes, especias... Cullera arrastra a sus habitantes en el tiempo y los lleva a otra época. La capital turística de la Ribera ha celebrado durante cuatro días un mercado andalusí en uno de sus barrios más antiguos, el barrio del Pou, de origen árabe y que posteriormente fue la judería de la localidad.

En la barriada latoneros, ebanistas, curtidores y perfumistas han sacado sus pertenencias a la calles, en las que no resulta difícil perderse para percibir los aromas, sabores y colores que presenta el mercado andalusí.

A través de esta recreación inspirada en los zocos árabes e instalada en las callejuelas estrechas y plazuelas del casco antiguo, Cullera pretende recuperar una zona casi olvidada, que supone uno de los barrios árabes más grande de los aún conservados en el territorio valenciano.

El barrio del Pou constituye el primer arranque a la subida del Castillo y el Santuario de Cullera, un camino que, si se lleva a cabo, conviene acompañarlo con un buen calzado y poca prisa. A espaldas del Mercado y sus jardines, un conjunto de callejuelas arañan la falda de la montaña con sus rampas extremas, configurando en su conjunto el popularmente conocido Barrio del Pou, todo un auténtico vestigio histórico.

En su origen, este conjunto de callejuelas y plazoletas conformarían el asentamiento árabe más antiguo de la Qulayra de época islámica que, en la actualidad, todavía mantienen el tradicional encalado de las casas típicas, el encanto de los balcones adornados con multitud de macetas, los azules mediterráneos y ese aire tranquilo y anacrónico que se respira entre sus calles, adornadas ahora con motivos islámicos.

Revitalizar la zona

Con el objetivo de revitalizar esta zona, el Ayuntamiento puso en marcha la instalación de un mercado andalusí como nuevo atractivo turístico de la ciudad para potenciar el barrio del Pou con la llegada de visitantes a la zona. Además, también repintaron de blanco buena parte del recorrido para realzar la vistosidad del mismo.

El alcalde de la localidad, Jordi Mayor, animó a los emprendedores, en la inauguración del zoco, a que se impliquen y apuesten por abrir pequeños negocios en la zona, que respeten su idiosincrasia y dinamicen el enclave.

La concejalía de Turismo, dirigida por Javier Cantos, considera que el barrio tiene un potencial igual o superior al que pueden tener conjuntos similares de otras localidades mediterráneas ya que no sólo conserva su esencia, sino que está conectado al prestigioso Castillo y además cuenta con una extensión que lo convierte en uno de los más grandes de su categoría.

La idea del consistorio reside en potenciar esta joya arquitectónica emplazada en pleno centro de la ciudad, que enlaza con el conjunto monumental del Castillo con el pueblo, y que hasta ahora ha permanecido ajena a todo visitante que no haya querido emprender la subida a pie hacia el Castillo.

Los vecinos se han mostrado encantados con la propuesta, y se alegran de la actividad que llena estos días sus calles, teñidas de los colores de las paradas. Los hombres se sientan como cada día delante de sus casas, ahora con el entretenimiento de un ambiente de olores y colores que recuerda a los cuentos de las mil y una noches, aunque en este caso solo serán cuatro días.

Hasta la torre de la reina Mora

La semana pasada, puestos de artesanía, talleres antiguos, tenderetes y artesanos ataviados al modo andalusí han protagonizado las calles engalanadas con un ambiente que recuerda al de hace ocho siglos en uno de los barrios más antiguos ciudad.

Durante estos días, los asistentes y turistas que han llegado a la ciudad han tenido la oportunidad de viajar en el tiempo y conocer la historia a través de visitas guiadas y teatralizadas, organizadas diariamente y de forma gratuita, des de la Plaza de la Llibertat hasta la misma torre de la Reina Mora.

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