Siempre se ha dicho que tras la tempestad siempre llega la calma, aunque en este caso le ha salido muy cara al Ayuntamiento de Cullera, que ha tenido que aportar 18.000 euros para avanzar las tareas de limpieza de las playas para poder tenerlas en condiciones tras el fuerte temporal que azotó la Comunitat Valenciana en diciembre. Nada menos que 420 camiones han sido necesarios para cargar los residuos procedentes de la riada que afectó a toda la Ribera.

El concejal de Playas, Salva Tortajada, cifró ayer en 5.880 metros cúbicos el volumen de restos de cañas, animales y basura que se acumularon en la costa del municipio, especialmente en las playas ubicadas al sur de la desembocadura del Xúquer.

Los trabajos de limpieza se iniciaron hace un par de semanas y en estos momentos se encuentran a punto de concluir. La rápida actuación municipal ha evitado males mayores en playas como la del Marenyet o l'Estany. Los arrastres provocados por la riada habían amontonado todo tipo de suciedad y envases que podrían haber causado problemas de salubridad en un litoral muy concurrido incluso en invierno, ya que esa zona de la costa es un paraíso para los surfistas y alberga viviendas en primera línea.

A la hora de buscar responsables de la situación, el alcalde de Cullera, Jordi Mayor, mira a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). El primer edil acusa al organismo estatal de «rehuir de su responsabilidad de mantener limpio el río». La acumulación de cañas en los márgenes de todo el cauce del Júcar y sus afluentes supuso, ante la enorme crecida experimentada por el río como consecuencia de las intensas lluvias, que todo fuera a parar a la costa de Cullera.

«La CHJ descuida el río sobre el que tienen competencia y ahora somos nosotros los que limpiamos la ingente basura que ellos no retiran y además pagamos el coste de esos trabajos», subraya enojado el alcalde de Cullera. «Si cumplieran con sus obligaciones, el mal sería infinitamente menor», sentencia. Mayor también lamenta la «poca celeridad» de la CHJ y del Estado a la hora de evitar la degradación de las playas.

En el caso de los municipios con gran airraigo turístico el mal es mayor por la mala imagen que se ofrece al visitante. «Queríamos evitar esa situación y por ello hemos actuado con rapidez, porque las playas son nuestra principal infraestructura turística y no podíamos permitirnos el lujo de dejar que la suciedad se acumulara en ellas sin fecha prevista de retirada», subraya el alcalde.

Coste adicional

Cullera ha tenido que invertir 18.000 euros ya que la ingente cantidad de basura hacía inviable la limpieza solo con el personal de playas. Hoy solo queda cribar la arena para retirar los pequeños restos tras haber concluido el grueso de los trabajos. Estas labores, costosas por sus características, se realizarán con trabajadores municipales. También quedan por retirar las algas del Dosel.

Ahora el municipio pedirá ayuda a las Administraciones superiores para hacer frente a los gastos derivados de las actuaciones de urgencia llevadas a cabo.