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"Tengo un puesto de trabajo para ti"

De las notas de la Transición a las charangas, las «albades» y promesas de empleo. Así fueron los primeros minutos de la campaña para pedir el voto

"Tengo un puesto de trabajo para ti"

En la plaza Major de Gandia diez minutos antes de las doce de la noche se escucha una guitarra y una quincena de personas que cantan «l'Estaca» de Lluís Llach, y «Al Vent», de Raimon. Los autores son el grupo de 'Sí se puede' que presenta a las elecciones municipales de Gandia a la candidata Belén Sánchez.

Entre las combativas melodías que marcaron los años de la Transición democrática se mezcla el canto de «albades» y, al minuto, entra en la plaza un numeroso grupo de personas que acompaña a la candidata socialista, Diana Morant. Los «versadors» dicen que Morant «la ciutat vol conduir sense caure de la moto», una clarísima referencia al accidente sufrido por Arturo Torró en su reciente «exhibición» de trial. Y como las «albades» están pagadas, también dicen que «en la llista socialista una gent ben compromesa trobareu».

Poco después es el candidato del PP quien entra en la plaza Major, también acompañado por una amplia comitiva encabezada por grandes letras que forman el nombre y apellido de quien ha dirigido el Ayuntamiento durante los últimos cuatro años. Detrás, una charanga anima la fiesta.

Lorena Milvaques, candidata de Més Gandia, llega desde la calle Sant Pasqual con mucha más discreción pero también acompañada por numerosos simpatizantes que no ocultan una cierta euforia de cara a las elecciones municipales.

Los protagonistas esperan a las 12 en punto. Cada uno en su sitio, separados por unos metros, mojan la escoba en pasta de papel y pegan los carteles que llevan sus fotos, sus lemas o sus siglas políticas. La campaña para llamar al voto que renovará el Ayuntamiento de Gandia ha comenzado.

Así transcurrieron los primeros minutos de esta campaña electoral. Al margen de los principales protagonistas, en la plaza Major cambiaron muy pocas cosas respecto a hace cuatro años.

Joan Francesc Peris, cabeza de lista de Els Verds, pone su imagen y el lema «Treballem» mientras suena la «muixeranga». Mónica Richart espera al final y llama la atención con una pancarta en la que promete «2.300 puestos de trabajo». «Uno para ti», prosigue el texto. Poco antes había tenido que escuchar piropos: «¡guapa!», le decían algunos mientras colocaba su cartel electoral.

Eloi Pomar, de Guanyem-Ganemos, forma el grupo menos numeroso, pero el mensaje es contundente: «Decimos stop al saqueo». Muy cerca en el espacio pero separado ideológicamente está Ciro Palmer, que, al frente de Ciudadanos, muestra ese talante de saludar a todo el mundo. Al PP, sin embargo, no lo tiene que buscar porque Guillermo Barber le hace carantoñas. Sabe que el resultado de Ciudadanos puede ser clave para que el PP mantenga la alcaldía, y por eso el propio Torró sigue los pasos de Barber y antes de irse de la plaza saluda al líder de Ciudadanos. De momento solo para desearle suerte.

Los dos grandes de la noche, Torró por el PP y Morant por el PSOE, no se saludan. Ni ahora ni nunca ha existido relación entre ambos. Los simpatizantes de una y otra formación, separadas por el grupo de Els Verds, se lanzan algunos dardos. Desde el sector socialista le cantan a Torró «que se tire de la moto», otra referencia sus pésimas dotes de piloto de trial, y desde el grupo del PP responden elevando el volumen de la charanga al grito de «¿quién va a ganar?, ¡el Partido Popular!». La sangre no llega al río.

Los saludos entre los candidatos son, salvo excepciones, frías y en absoluto incluyen a todos. A diferencia de lo que ocurre en otras ciudades, no hay pose y foto que permita transmitir a la ciudadanía aquella idea de que, cada uno con sus planteamientos, lo importante es el respeto. En el ayuntamiento ese espíritu ha estado ausente en toda la legislatura.

La plaza Major de Gandia lleva décadas viviendo este espectáculo al inicio de cada campaña electoral, pero cierto es, también, que al margen de los políticos y sus seguidores no despierta ningún interés ciudadano.

Veinte minutos después de la medianoche, la música dejó de sonar y la plaza empezó a vaciarse, algo que seguramente agradecieron los vecinos.

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