El Ayuntamiento de Gandia abrió a mediodía de ayer una nueva etapa de relaciones con la Compañía de Jesús, propietaria del Palau Ducal, que, según fuentes consultadas, pone fin a la tirantez y, a veces, el enfrentamiento que se había generado durante la etapa del PP en el Gobierno de Gandia.
La escenificación de lo que algunos denominaron ayer como «una auténtica reconciliación» entre ayuntamiento y jesuitas se produjo con la presencia del máximo responsable de la orden en España, el provincial Francisco José Ruiz, quien llegó acompañado de Javier Quizá, delegado de la Compañía de Jesús en Valencia.
Al encuentro acudieron el núcleo duro del Gobierno de Gandia, la alcaldesa, Diana Morant, la vicealcaldesa, Lorena Milvaques, el concejal de Cultura, Joan Muñoz y el representante de Ciudadanos, Ciro Palmer, que fue nombrado por la primera autoridad local patrono de honor de la Fundació Palau Ducal dels Borja. Ese cargo le sitúa como el representante del ayuntamiento en el órgano que dirige la restauración, difusión y usos de este edificio que está en el mismo origen de la ciudad.
En la reunión de ayer, a la que también acudió el jesuita director del Palau Ducal, José Luis Ferrer, los presentes acordaron iniciar cuanto antes los estudios para poder acometer dos proyectos importantes. Por una parte, el acceso a las plantas superiores del Palau desde la calle dels Jesuïtes y, por otra, establecer qué usos se le darán a la tercera planta. La idea es poder aprovechar los inmensos espacios que se rehabilitaron hace unos meses para salas de exposiciones y centros de estudio sobre la ciudad o sobre los Borja, una idea que ya viene de lejos.
El pago de la deuda
En el encuentro también se habló de la deuda que el Ayuntamiento de Gandia mantiene con la Fundación del Palau Ducal, precisamente uno de los aspectos que enfrentó al exalcalde, Arturo Torró, con los jesuitas. El nuevo Gobierno local se comprometió a aportar el dinero que tiene pendiente, cerca de doscientos mil euros, en el momento en que la hacienda local lo permita.
Los tres representantes de la Compañía de Jesús confesaron a los nuevos mandatarios su sinceridad y desearon que el cambio de actitud experimentado permita acometer la última gran obra del Palau, que aún requiere cerca de un millón de euros.
