Oliva dispuso de cinco refugios antiaéreos, públicos y colectivos, situados en diferentes puntos del núcleo urbano, para garantizar la seguridad de los barrios con mayor densidad de población. Están junto a la iglesia de Sant Roc; en la calle Sant Salvador cruce con c/Nazareno; en la calle Constitució; en la plaza del Retor Plevà, el antiguo solar del convento de las clarisas entre las calles Major y Poeta Querol; y bajo la plaza Joan Baptista Escrivà.
El de Sant Roc se documentó en 2007 durante los trabajos de excavación del transagrario y la sacristía. En junio de 2013 unas obras de canalización del gas sacaron a la luz el de la calle Sant Salvador. En noviembre de 2013 apareció el de la calle Constitució por un socavón. De los dos restantes (Plevà y J. B. Escrivà) todavía no se tiene una constancia física, pero sí hay documentación en el Arxiu Municipal d'Oliva.
Todos ellos fueron inventariados por el arqueólogo municipal, Vicent Burguera. También han sido estudiados por el investigador Juan R. Morell. No obstante, en la mayoría de los casos sólo se han podido exhumar los primeros metros o la parte más superficial.
Se construyeron en un tiempo récord de un año, desde el verano de 1937. Al parecer, los olivenses también se refugiaron debajo de un arco apuntado de la iglesia de Santa Maria, pero se acabó prohibiendo por su peligrosidad.
Las alarmas que avisaban de la presencia de los aviones estaban situadas en lo que entonces eran los edificios civiles más elevados; una en el almacén de Carlos Fuster -llegando desde el mar- y otra en la Casa de Ferrando, sede de la CNT; un inmueble situado en la esquina entre las actuales calles Constitució y Poeta Querol.
