Historia, cultura y tradición protagonizaron el fantástico boato de la Filà Contrabandistes, capitana cristiana de este año, en la entrada de las filaes de la cruz que tuvo lugar ayer en Oliva dentro de las fiestas de Moros i Cristians.
La ocupación francesa durante el mandato de Napoleón, un hecho histórico ocurrido el 22 de julio de 1808, centró un desfile que arrancó con las Torres de Quart de Valencia y la carroza de la abanderada, María José Terrados Malonda, acompañada por la Brassband Metal Fusion de Oliva haciendo sonar la pieza «Nerva».
La escuadra Contrabandista de Ontinyent con el «cap d'esquadra», Vicent Marrahí Guerrero, dio paso a una escenificación del Tratado de Fontainebleau de 1807 con Napoleón, Carlos IV y Godoy interpretados por el Grup de Teatre Lletraferits y el Grup de Percussió Dagakki de Gandia.
El espectacular Ballet de Virginia Bolufer de Alcoi interpretando «Amor brujo» dio paso a la escuadra Aitana, a cuyo frente iba Amalia Malonda Alemany con las bandas de música de Piles y de Ejea de los Caballeros.
Uno de los momentos cumbres de la entrada cristiana llegó con la impresionante exhibición de caballos menorquines de pura raza, levantándose al igual que lo hacen, desde el siglo XIV, en las fiestas de Sant Joan de Ciutadella.
La carroza de la embajadora, María Peiró Serrano, avisó al pueblo que la batalla se acerca. Llegó acompañada por la banda de l'Alqueria interpretando la pieza «María ambaixadora» compuesta expresamente por Miguel Ángel Sarrió. Ella dio paso al «rey» Pepe Botella con la escolta de soldados franceses a caballo.
Después se escenificó «El Crit del Palleter», que generó la rebelión de Valencia contra los ocupantes franceses, interpretado por el grupo de teatro Lletraferits y por el grupo de percusión Dagakki de Gandia. El segundo ballet de Virginia Bolufer de Alcoi interpretó «Carmen» de Bizet y apareció la escolta del capitán presidida por seis caballos frisones.
Seguidamente la fantástica carroza del capitán Vicent Just Salort, acompañado por su favorita, María José Malonda, y sus hijos Ismael y Àngela, anunciaron la victoria del pueblo frente al ejército de Napoleón. Llegaron con la banda de música de Oliva interpretando «Capità Just» compuesta por Enrique Alborch.
Finalmente, en Oliva se proclamó la Constitución de 1812, «la Pepa», ejemplo de libertad del pueblo frente al invasor, que dio paso a la escuadra Serra de Mariola con su «cap d'esquadra» Luis Terrados Martín, acompañada por la banda de Barx interpretando «Tono» y «Churumbelerías». No faltó la carroza de los niños contrabandistas representando el futuro de la filà y el optimismo del pueblo de Oliva presididos por el «Cap de la filà», Conrado Longas.
Esta espectacular entrada cristiana, durante la que se repartieron centenares de claveles rojos, fue abierta por la abanderada de la Federació de Moros i Cristians, Marta Caudeli Just, el grupo de percusión y la Filà Capitana del próximo año 2016, «Corsaris» que preside Claudia Beneyto García con su abanderada Beatriz Molines Charbonier y la banda de música oficial La Lira de Quatretonda. Le siguió la Filà Jaume I, presidida por Irene Llidó Vidal, con Florea Ioan como abanderado y la Banda de Benigànim.
Posteriormente desfiló la Filà Mosqueters presidida por Jaime García Lorente, con Jaume Garcia Català como abanderado y la Banda de l'Alqueria. Después llegó la Filà Masers presidida por Vicent Llorca Esteve y su abanderada Mar Alcaraz Catalá y la banda de Xeresa, y finalmente la Filà Pirates, capitana del 2015, presidida por Mónica Maurí Castelló con Pablo Escrivà Aranda como abanderado y la música de Atomik Band.
Junto a las autoridades locales acudieron a presenciar el espectáculo el conseller de Economía, Rafael Climent, y el delegado del Gobierno de España, Juan Carlos Moragues.
Actos de hoy sábado
Para hoy sábado, la ciudad de Oliva sigue sumida en sus fiestas de Moros i Cristians. De madrugada habrá tenido lugar el desembarco de las tropas moras en la playa, y esta tarde se desarrollará la también previsiblemente espectacular entrada de las filaes de la media luna por el itinerario habitual en el que miles de personas contemplan el boato.
