El pasado mes de julio, los doce concejales del PP del Ayuntamiento de Gandia unieron sus votos al único representante de Ciudadanos (C's) y forzaron, en contra de los dos grupos del Gobierno local, a que el consistorio anulara de su plantilla de personal la figura del ingeniero de caminos, canales y puertos que durante años había sido desempeñada por Roberto Santatecla, jubilado unas semanas antes.
Aquella acción, que sorprendió a los ediles del PSPV-PSOE y de Més Gandia, se adoptó con el fin de «ahorrar dinero» en personal, pero en círculos políticos se interpretó como una pequeña victoria, especialmente para C's, que así se distanciaba públicamente de los dos partidos a los que respalda en el gobierno y mantenía una «equidistancia» con el PP.
Más allá de la cuestión política, este hecho también sorprendió al Colegio de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos de la Comunitat Valenciana, cuyo decano, Federico Bonet, no solo decidió presentar alegaciones, sino que se entrevistó con la alcaldesa de Gandia para transmitirle su malestar y la necesidad de que una ciudad como esta no se quede sin un titulado en esa especialidad.
Como hizo en su escrito de alegaciones, el decano de los ingenieros señaló que amortizar esa plaza en la plantilla de los funcionarios de Gandia es un error porque los conocimientos de ingeniería son fundamentales para una ciudad como esta, capital de comarca, nudo de infraestructuras, con puerto comercial y con una larga franja litoral.
El PSPV-PSOE y Més Gandia comparten esa opinión y por eso han vuelto a insistir al PP y a C's para que recapaciten y permitan que la plaza de ingeniero que está vacante por jubilación pueda ser ocupada por otra persona.
El responsable de Urbanismo de Gandia, Vicent Mascarell, indicó a este periódico que, de acuerdo con la valoración de los técnicos municipales de su departamento, un ingeniero ejerce una «labor fundamental» en el diseño de infraestructuras y en el control de la ejecución de muchas grandes obras. También a la hora de dirigir actuaciones tan importantes como las urbanizaciones.
No son pocos los ejemplos existentes en Gandia para que un ingeniero no se aburra. En estos momentos se ejecuta del acceso sur al puerto, una obra de enorme calado y complejidad técnica que incluye un viaducto en la desembocadura del río Serpis.
También están en fase de ejecución, aunque ahora paralizadas, varias urbanizaciones de carácter residencial, de equipamientos o industrial, que, a criterio de Mascarell, requieren informes de un ingeniero. Y se está discutiendo nada menos que el llamado Tren de la Costa, que partirá en dos la franja litoral sur del término municipal y que también requiere de profundos estudios para que su diseño sea el más adecuado. Precisamente ahora un ingeniero contratado por el ayuntamiento ha sido el autor de las alegaciones presentadas al Ministerio de Fomento en las que, con argumentos de fondo, apuesta por el Tren de la Costa y propugna que se construya cuanto antes.
No habría ahorro
La última voz en favor de que Gandia disponga de un ingeniero es la del jefe del Área de Urbanismo, José Colomar, quien, entre otros muchos aspectos, ha señalado que con un técnico de ese nivel «el ayuntamiento dispondría de un funcionario adecuado para ejercer el control y la supervisión de determinadas concesiones, amén del planeamiento urbanístico, el diseño de transportes públicos, el saneamiento, el agua potable o actuaciones ambientales». Y, sobre la cuestión del posible «ahorro» al anular la plaza, Colomar señala que, ante las futuras necesidades de contratar a un ingeniero externo para determinados informes o trabajos, al ayuntamiento le podría costar más caro que disponer de su propio técnico en plantilla.
