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El Consell pone el proyecto de Simancas como modelo de regeneración urbana

El Instituto Valenciano de la Edificación extiende la idea que Gandia ha llevado a cabo desde 2005 y que está a punto de concluir - La Conselleria apostará por modernizar la trama urbana y las viviendas frente a la reclasificación se suelo rústico

El Consell pone el proyecto de Simancas como modelo de regeneración urbana

Si hay que renovar las viviendas y las tramas urbanas para que los viejos edificios se actualicen y así no tener que ocupar más terreno rústico destinado al imparable crecimiento de las ciudades, Gandia tiene un modelo que aplauden los actuales responsables del Consell de la Generalitat. De hecho, la Conselleria de Vivienda, Obras Públicas y Ordenación del Territorio ha empezado a difundirlo para que cunda el ejemplo en otros lugares.

Ese modelo tiene un nombre que evoca al franquismo, Cuartel de Simancas, porque así se llama el complejo residencial de cuatro edificios y 104 viviendas proyectado y construido en la década de los 40 del siglo pasado. Acabada la guerra civil, aquella fue la primera obra de pisos «sociales» que la dictadura de Franco llevó a cabo en Gandia. En 1969 ya se planteó una regeneración extraordinaria de 300.000 pesetas de la época por la mala calidad y las deficiencias en la construcción. Y es allí donde, mediante un proyecto que se viene impulsando desde hace diez años, se ha levantado un moderno y atractivo espacio urbano que está a punto de abrirse a todos los ciudadanos.

El proyecto Simancas de Gandia que el Consell quiere exportar tiene el origen en la pésima situación que, en el año 2005, presentaban los cuatro bloques de viviendas construidos 65 años antes. Eran pisos de apenas 50 metros cuadrados, sin ascensor, inaccesibles a personas con discapacidad, estrechísimos, con baños y cocinas que tenían apenas 1,70 y 2 metros cuadrados, respectivamente, entre otras deficiencias.

En esas condiciones, resulta normal que acabara generando un gueto. Actividades ilegales y conflictos sociales tenían lugar entre sus muros y, ante eso, el Gobierno local de 2005, entonces en manos del PSPV-PSOE y el Bloc, diseñó el plan que, seguramente la próxima Navidad, se podrá dar por acabado.

Jorge Hervàs, actual jefe de Actuaciones Municipales del departamento de Urbanismo de Gandia, explica a este periódico que el concepto de aquel proyecto fue mucho más allá de una simple demolición para construir de nuevo.

El ayuntamiento optó por la visión integral de toda la zona. Se derribarían los cuatro bloques de pisos precarios, pero también se eliminarían las cuatro minúsculas calles y los también pequeños jardines, sin conexión entre sí, que separaban cada uno de los edificios.

Desaparecido todo eso, allí quedó un gran solar de 8.000 metros cuadrados, muy cerca del centro de Gandia, sobre el que se podía diseñar un espacio urbano desde cero, sin condicionantes.

Lo primero, porque se estaba hablando de viviendas, fue conseguir la aprobación de los propietarios, y eso se logró tras no pocas negociaciones en las que se fueron superando reticencias dificultades. Después se pasó a la planificación. El «nuevo Simancas» tendría tres plantas subterráneas de aparcamiento y, en vez de cuatro, dos únicos bloques de pisos algo más grandes, entre 60 y 90 metros cuadrados, con todos los elementos de una residencia moderna. Se mantuvo el número de viviendas, 104.

Financiación compleja

El ayuntamiento puso dinero, los propietarios, que perderían el viejo piso para conseguir el nuevo, también, pero hacía falta más financiación, y ahí es donde se implicaron los respectivos departamentos de la vivienda del Gobierno de España y de la Generalitat Valenciana. En total, el proyecto ha supuesto la inversión de 18 millones de euros.

Claro está que, al poner su parte, la Administración también ganaba con esta iniciativa. Tendría en propiedad las plantas bajas de los dos edificios, el parking inferior y, sobre todo, una plaza, diseñada con visión de modernidad en una zona con pocos equipamientos urbanos fruto de aquel crecimiento urgente de posguerra que tantas veces se olvidó crear espacios agradables.

El Ayuntamiento de Gandia esperaba terminar el «nuevo Simancas» en dos años, a partir de 2010, pero los problemas surgidos lo han impedido y no ha sido hasta hace un mes que la consellera de Vivienda, María José Salvador, y la alcaldesa, Diana Morant, han firmado el último documento que permitirá, esta Navidad, entregar las llaves a los propietarios y abrir los espacios públicos.

Administrativamente ha sido complicado porque son viviendas cuyos propietarios querían seguir viviendo allí sin tener que pagar grandes sumas de dinero, pero la idea inicial es tan sencilla como la de rediseñar espacios urbanos degradados y construirlos de nuevo aplicando los parámetros de los tiempos que corren.

La Generalitat lo exporta

Cuando el pasado mes de octubre la consellera María José Salvador visitó Simancas ya dio a entender que ese debería ser el modelo a seguir y, desde luego, el que impulsará su departamento a lo largo y ancho de la Comunitat Valenciana. La Generalitat, como Administración competente en la ordenación del territorio y en la aprobación de los planes urbanísticos municipales, ya no autorizará, salvo necesidad, la ampliación de cascos urbanos, comiendo más suelo rústico, sino que la idea es conseguir ayudas que permitan a los ayuntamientos copiar el modelo Simancas.

Se trata, por lo tanto, de «regenerar» aquellos bloques de viviendas y áreas urbanas antiguas y degradadas para que sus habitantes puedan disfrutar de las comodidades, la eficiencia energética y los demás beneficios de construcciones modernas. Preferentemente sin tener que derribar los edificios, pero, como en Simancas, sin descartarlo si esa es alternativa más viable.

El responsable de Urbanismo de Gandia, Vicent Mascarell, señaló el jueves pasado en Valencia, al presentar el modelo Simancas, que esta ciudad «ha pasado de un crecimiento urbanístico expansionista y de consumo de territorio a otro en el que el protagonista va a ser la ciudad ya construida».

Mascarell indicó que los técnicos de su departamento ya están estudiando otras iniciativas similares en las que, como ocurrió en el área del Grupo Porta, se puede optar por mejoras integrales en todas las viviendas de un edificio degradado o, como en Simancas, se pueden acometer más demoliciones en la trama urbana. El llamado barrio de Pescadores, en el Grau, o las casas de ferroviarios, en el distrito de Corea, están en ese futuro mapa de actuaciones.

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