Cristóbal, el hombre que durante décadas ha sido el encargado del mantenimiento de la Torre dels Pares de Gandia y de gestionar la producción y venta de las naranjas que proporcionan sus 90 hanegadas de terreno circundante, no oculta la pena mientras hace de guía recorriendo las desoladoras estancias de un edificio que es, sin duda, una de las mayores y más bellas alquerías rurales que se conservan en la comarca de la Safor.
Lo de «conservar» ya es un decir porque la estructura de ese inmueble literalmente se viene abajo. Las lluvias, la ausencia de actuaciones y reformas y la podredumbre de buena parte de las vigas, todavía con troncos de madera sin tratamiento, han generado diversos derrumbes, incluso con riesgo para quienes entran en el recinto, y ha obligado a una actuación del Ayuntamiento de Gandia cuya imagen causa impresión.
Tras los informes técnicos que determinaban la necesidad de una «actuación urgente» si se quería evitar el colapso de diversas zonas del complejo rural, la empresa Construcciones Bañuls ha situado cerca de mil puntales, algunos de hasta 5 metros de altura, repartidos entre la planta baja y la superior, que ahora son la única garantía de supervivencia de lo que allí queda.
Los puntales impiden no solo acoger cualquier tipo de uso, sino simplemente caminar por las salas. El mar de varillas de acero se asemeja a una impenetrable selva de lianas que revelan lo enfermo que está el edificio, que la Generalitat tiene catalogado como Bien de Interés Cultural y, por lo tanto, sometido a protección y a la necesidad de evitar que se degrade. El problema, como en tantas otras actuaciones que son necesarias, es que no hay dinero.
El departamento de Urbanismo del Ayuntamiento de Gandia ha invertido 60.000 euros en la colocación de los mil puntales, pero esa es una primera actuación a la que le va a seguir, en cuestión de días, otra que supondrá otros 60.000 euros, en este caso aportados por la Diputación de València. El dinero se destinará a la torre, que aparentemente aún muestra fortaleza pero que también sufre heridas considerables. La apertura de ventanas en una de sus fachadas, una imprudencia que se hizo hace muchos años, está agrientando su estructura, de manera que, además de colocarle una grapas internas con materiales resistentes, esos orificios serán tapiados para remediar el origen de un problema que iría a más.
Cinco millones
El proceso de degradación de de la Torre dels Pares arranca de muy lejos. Antes de que el Ayuntamiento de Gandia la adquiriera en 2009 por un montante de 2,4 millones de euros, incluyendo las 90 hanegadas de naranjales, los propietarios ya se habían despreocupado de mantenerla debidamente. En parte porque durante años intentaron venderla, algo que no consiguieron porque exigían cantidades económicas muy elevadas.
En los últimos seis años la Torre dels Pares de Gandia y su entorno han tenido muchos novios, pero todos ellos muy caros y, de momento, han pasado de largo. El Gobierno local que la adquirió, dirigido por José Manuel Orengo y Fernando Mut, pensó en un hotel con encanto, de aquellos que en esa época se adecuaron en algunos edificios históricos. Su sucesor al frente del ayuntamiento, Arturo Torró, anunció que allí instalaría centro de desarrollo y de formación de la agricultura, idea que, como la anterior, también fue muy bien acogida pero que no llegó acompañada de dinero.
Técnicos consultados por este periódico señalan que sería imposible una actuación mínimamente significativa por menos de cinco o seis millones de euros, cifra que podría elevarse a medida que se añadan espacios de carácter público. La única esperanza, a corto plazo, es que algún día se presente una empresa y proponga quedarse el terreno y el edificio en régimen concesional para, a cambio de invertir, explotar allí algún tipo de actividad lucrativa. La otra posibilidad es acogerse a ayudas de otras administraciones.
