La paciencia y el tesón del grupo de Homicidios de la Guardia Civil de Valencia han sido la clave para capturar a uno de los traficantes valencianos más buscados de la última década: José P. G., alias Pepito, de 45 años, a quien se considera líder indiscutible de una macrorred que habría manejado cientos de toneladas de hachís en los últimos 15 años. Casi cinco años después del asesinato de un rival a sangre fría en l'Alcúdia, la gendarmería marroquí ha apresado al fugitivo en su refugio de Casablanca gracias a la información facilitada por los investigadores desde Valencia. Con él han caído sus dos lugartenientes: su hermano Juan Luis, alias el Gamba, de 40 años y apresado en diciembre pasado, y Sergio R. B, alias Perkins, encausados también en el homicidio de Octavio O. M., el 20 de abril de 2010 en Guadassuar.

La bautizada como «Operación Desired» -deseado, en inglés-, que ha permitido la captura de José P. G., comenzó a gestarse en 2012, con la detención de tres presuntos miembros del grupo por su implicación en el asesinato. Pero no fue hasta 2013 cuando los agentes de Valencia empezaron a disponer de los primeros datos fiables que corroboraban una sospecha nacida en el mismo momento en que escapó de Guadassuar: Pepito se había refugiado en Marruecos, un país donde tenía grandes contactos, los cosechados durante años como líder de una de las organizaciones españolas más potentes en la importación y distribución de hachís llegado del Rif.

El estrecho seguimiento al que fue sometido su círculo más próximo permitió reunir los datos necesarios para, finalmente, solicitar en los últimos meses de 2014 la colaboración de la Gendarmería Real de Marruecos, cuyos agentes apresaron al hermano de Pepito casi a finales de diciembre en Marrakech. Mes y medio después, la gendarmería marroquí capturaba en Casablanca al presunto capo y a su lugarteniente, Perkins. Eran las dos últimas guindas para completar un pastel que había comenzado a cocinarse mucho antes, en abril de 2010, cuando se puso en marcha la investigación para resolver el asesinato de Octavio. Con Pepito y Perkins se completa la detención de los diez presuntos implicados, en distinto grado, en aquel homicidio.

Pero la Guardia Civil de Valencia y el Juzgado de Instrucción número 5 de Alzira no eran los únicos que anhelaban colocarle los grilletes. Las autoridades italianas, en cuyo territorio ha estado viviendo durante algún tiempo Pepito con su séquito -siempre bajo el amparo de documentación española falsa- durante estos cinco años, tenía interesada su detención como presunto responsable del envío de varias toneladas de hachís a Italia.

Además, aparece relacionado con cargamentos de esa droga investigados por la Ertzaintza y la Guardia Civil le imputa haber dirigido el envío de otro alijo de 13.000 kilos, interceptado por agentes del Servicio Marítimo el año pasado en Melilla en el yate «Flying Lady».

En un comunicado difundido ayer por el instituto armado, se le vincula a otros 55.000 kilos de hachís que supuestamente habría puesto en circulación durante estos últimos años en la clandestinidad. En el momento de ser detenido, se le intervinieron dos millones de euros en efectivo y 1.280.000 -algo menos de 120.000 euros-. Ahora, incluso la justicia marroquí le pide cuentas.