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Nueva técnica

Hay pelo a pesar de la 'quimio'

«Los diez primeros minutos son horribles, pero luego el dolorcito que queda se puede aguantar y me compensa»

Hay pelo a pesar de la 'quimio'

«Yo ya había visto la peluca que me iba a hacer con pelo natural y del mismo color que el mío para que no se me notara que me había quedado sin pelo con la quimio, de hecho hasta me la había probado, y cuando el doctor Molina me dijo que había una nueva técnica con la que podría conservar el cabello, dije que no, que me había hecho a la idea; al final me convenció y decidí probar porque, además, en cualquier momento del tratamiento me podía echar atrás». Paqui vive en Castelló, tiene 60 años, una hija y un hijo, y en mayo tuvo que enfrentarse a un diagnóstico de cáncer de mama y a dos intervenciones antes de comenzar con los dos tratamientos de quimio: el primero muy fuerte y de cuatro sesiones, que ya ha acabado, y el segundo de ocho, cada diez días, del que ya solo le quedan tres.

Cuenta Paqui que el primer paso de la nueva técnica consiste en mojar la cabeza con agua. A continuación le pusieron un casco de silicona que enfría la cabeza y congela el agua esparcida entre los cabellos. Al paciente se le coloca un segundo casquete exterior antes de iniciar la aplicación del frío.

«Los diez primeros minutos son horribles, cuando me lo pusieron había mucha gente mirando y al principio pensaba que no lo iba a poder soportar porque el dolor que me ocasionaba el frío era espantoso y dije que no, que no lo podía aguantar, pero una técnico me dijo que aguantara diez minutos y que pasado ese tiempo el dolor se pasaría; acepté y, efectivamente, el dolor fuerte se fue y el dolorcito que quedaba lo pude aguantar», expresa Paqui que asegura que está muy contenta de mantener su pelo.

Congelación de la cabeza

El «casco del frío» se pone antes de empezar la sesión de quimio, se mantiene durante la misma y se mantiene un tiempo después.

El oncólogo Javier Garde, del hospital Jaume I de Castelló, explica que la técnica de enfriamiento del cuero cabelludo reduce el metabolismo celular de modo que las células del folículo piloso entran prácticamente en hibernación y esto hace que no necesiten ningún tipo de alimento ni apenas oxígeno, por lo que no se impregnan de ninguno de los productos citostáticos de la quimioterapia que circulan por la sangre».

El enfriamiento provoca una vasoconstricción de los pequeños capilares que irrigan los folículos pilosos, lo que reduce considerablemente el flujo sanguíneo que llega hasta ellos y la llegada de sangre cargada de sustancias nocivas.

El oncólogo precisa que el efecto de la bajada de la temperatura «desfavorece y desactiva la acción de los quimioterápicos sobre las células del cuero cabelludo». No obstante, los especialistas apuntan que el éxito del tratamiento está condicionado al tipo de quimioterapia y dosis.

Se ha caído un 40 %

Durante su tratamiento de quimoterapia, Paqui cree que ha perdido un 40 % de su pelo y que ya no es tan grueso „«tenía mucho y era muy fuerte»„, pero que aún así tiene toda la cabeza cubierta y que nadie al verla diría que está metida en pleno proceso de quimio.

«No estoy calva, tengo mi pelo y como lo llevo corto se nota menos, lo único que me dijeron es que no me lo podía teñir y que me lo cuidara de una forma especial, con un tipo de peine con púas separadas y que retrasara al máximo el lavado», explica.

Cuando apenas le queda un mes de tratamiento, Paqui asegura que está «muy contenta». «Porque pienso que de estar calva completamente, ahora tengo mi pelo aunque me cueste esos diez minutos de dolor», agrega. La paciente afirma que la nueva técnica es un adelanto, «es una ayuda para las mujeres y para las chicas más jóvenes que no tienen canas, porque no se les va a notar nada en absoluto».

También cuenta que cuando le ponen el casco del frío, le echan tres mantas por encima del cuerpo para que no se enfríe. La nueva técnica elimina el impacto psicológico que supone la pérdida del cabello que para muchas mujeres es un episodio dramático que no les ayuda a la hora de enfrentarse con un tumor.

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