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Más de 24.000 vecinos de la Marina Alta han sufrido ya restricciones de agua potable

La desalinizadora de Xàbia suspendió la venta a Gata, Teulada y Benitatxell, que se abastecen de pozos con una elevada concentración de cloruros y sodio

La Marina Alta vive un déjà vú con el agua. Desde 2001, hace 14 años, no ocurría lo de abrir el grifo y que saliera agua que, por su elevada salinidad, parece que viene directamente del mar. La comarca creía que había dejado atrás las crisis de suministro. Pero, en el verano más abrasador y el año más seco, la solidaridad del agua se ha resquebrajado y, aunque no se ha reeditado la guerra del agua de los años 80, sí se han dado algunas escaramuzas.

Unos 3.000 vecinos de Xaló y Llíber fueron los primeros que, en abril, se quedaron sin agua potable. El interior, históricamente rico en recursos hídricos, encendía las alarmas. El pozo principal de suministro, el de la Definitiva, se había salinizado y el agua dejó de ser apta para el consumo humano al dispararse los cloruros, el sodio y la conductividad. Además, estaba el problema de las conducciones obsoletas. El 70 % del abastecimiento se pierde en fugas. El Ayuntamiento de Xaló, gobernado por Compromís, llegó a impugnar el plan provincial de obras de la Diputación de Alicante, al excluir las obras que le permitirían recuperar el agua potable. Además, el Consorcio de Aguas de la Marina Alta, inactivo desde hacía 17 años, debía despertar y acudir al rescate. Pero Dénia, el socio mayoritario y todavía entonces gobernado por el PP, daba largas.

Esa primera crisis hídrica fue un aldabonazo al que el litoral hizo oídos sordos. Si en el interior apretaba la sed, la costa no podía seguir gastando agua a mares.

Llegó julio, el consumo se disparó con los turistas y el fuerte calor (los propietarios de casas hallaron sus jardines tan secos que empezaron a regarlos a manta). El principal «manantial» del litoral, la desalinizadora de Xàbia, dijo basta. Este municipio anunció que suspendía la venta de agua desalada a Gata, el Poble Nou de Benitaxell y Teulada-Moraira. Estos municipios se vieron privados de golpe y en pleno verano de 2.000 metros cúbicos diarios de caudal de la desalinizadora.

La empresa Hidraqua, que gestiona el consorcio de aguas de Teulada-Benitatxell, se quedó sin suministro suficiente para sus 21.000 abonados. Inició restricciones. Cada día, entre las 23 horas y la una del mediodía, varias zonas, que se iban alternando, se quedaban sin agua. Los vecinos abrían el grifo y no manaba ni gota. Los cortes se prolongaron durante 5 días. Los ayuntamientos y la empresa se afanaron en abrir nuevos pozos. Sabían que el verano estaba perdido en cuanto a calidad del agua, pero querían, al menos, que el suministro manara de los grifos.

El abastacimiento de estos pueblos se ha movido desde entonces en el límite de la potabilidad. Los vecinos beben de pozos salinizados. La concentración de cloruros y sodio ha obligado a desaconsejar que se ingiriera el agua del grifo. Esta pasada semana ya se levantó en parte esa restricción. Se sigue recomendando que no beban agua de la red ni embarazadas, ni los bebés, ni las personas hipertensas.

Por tanto, unos 24.000 vecinos de la Marina Alta han llegado este verano a estar sin agua potable. Y queda agosto por delante, que es el mes de máxima ocupación turística y cuando la demanda de agua está por las nubes. La actual escasez de suministro no se vivía desde la década de los 90, cuando en Xàbia se colocaban en verano depósitos en la calle para que los vecinos y turistas llenaran garrafas.

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