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De pilotari a «roder»

Y "Carinyo" se echó al monte

El escritor Víctor Labrado narra en «No mataràs» la historia de José Andrés Momparler, que acabó fusilado tras convertirse en maquis

Y "Carinyo" se echó al monte

José Andrés Momparler, un vecino de Rafelcofer, en la comarca de la Safor, había logrado, gracias a sus incuestionables aptitudes para el juego de la pilota, especialmente el raspall, cierta fama entre los que eran amantes de este deporte. Agricultor de profesión, «Pepe el Carinyo», como se le apodaba, era, en los años 30 del siglo pasado, una especie de jugador mediático, salvando todas las distancias con todo aquel que hoy es poseedor de tal aura. Y esa habilidad acabó condicionando su vida para siempre.

La guerra civil española y sobre todo un episodio puntual se cruzaron en su vida y la cambiaron dramáticamente, truncando su carrera deportiva. En 1936 jugó una partida que marcaría su destino. Él no lo sabía, pero independientemente de los puntos que lograra, ya la había perdido antes de empezar.

Por aquel entonces, Carinyo era el gestor del trinquete de Rafelcofer, el pueblo en el que había nacido. En aquellos años convulsos que desembocaron en la guerra civil el comité revolucionario local organizó un encuentro en el que se tuvo que enfrentar a Vicent Cremades, apodado «el Blanquet», otro jugador de pilota que, además, era sacerdote y dirigía a la parroquia del pequeño municipio de Terrateig, en la vecina comarca de la Vall d'Albaida.

El objetivo era recaudar fondos para Socorro Rojo, una especie de ONG que, entre otros asuntos, daba apoyo a presos comunistas. Se cree que el líder del comité era un apasionado de la pilota valenciana y organizaba las partidas.

La historia de Vicent «el Blanquet» también tiene un sorprendente trasfondo. Este religioso estaba condenado a morir fusilado en la Pedrera de Gandia. Sin embargo, fue salvado en el último instante solo porque sabía jugar a raspall.

«A 'Carinyo' le obligaron a participar en aquel encuentro», dice Víctor Labrado, que ha escrito la novela «No mataràs», en la que cuenta la historia de este deportista que ha sido galardonada con el premio Enric Valor de novela de la Diputación de Alicante.

El autor tacha aquel acontecimiento de «trágico» para el pilotari. A partir de entonces, «Carinyo» se unió al comité revolucionario, algo que hizo, según diversos testimonios, medio obligado por las circunstancias. El escritor Labrado explica, incluso, que Pepe no era un hombre al que le había importado la política hasta entonces. E incluso señala que «al principio era un poco más de derechas».

Aquella partida de pilota entre «el Carinyo» y «el Blanquet», pero sobre todo su posterior participación en algunos asaltos, sirvió para que el régimen de Franco le persiguiera.

Acabaron dando con él y, como muchos otros comunistas, quedó preso y fue condenado a muerte. Le acusaron de hechos delictivos que no había cometido. En la novela «No mataràs» Víctor Labrado explica que, en una ocasión, miembros del comité ejecutaron en Bellreguard a un grupo de falangistas. Pepe no participó en aquel episodio pero «estaba por allí con la escopeta colgada al cuello». Le condenaron y pasó cierto tiempo en la cárcel. Atormentado por su destino, tramó un plan y logró escapar de la cantera donde realizaba trabajos forzosos junto a otros presos. A partir de ese momento se convirtió en lo que entonces vino a llamarse como «huido». «El Carinyo» se echó al monte, en la sierra de la comarca de la Safor, igual que hicieron muchos destacados dirigentes de la república ante el avance de las tropas franquistas. Se agrupaban en guerrillas que se conocieron como los «Maquis».

Sin embargo, Labrado cree que «el Carinyo» no se sumó a estos colectivos, sino que era más un «roder» que actuaba de forma individual. Eso no significa que no colaborara, en ocasiones, con las guerrillas de resistencia en los primeros años del franquismo.

Aquella fue una resistencia débil, debido, sobre todo, a su inexperiencia. Cuando se dio cuenta de ello, decidió huir hacia Francia, pero fue traicionado por uno de sus compañeros y detenido por las fuerzas del régimen. Finalmente murió fusilado en Paterna a principios del otoño de 1950.

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