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Crecer en casa

Madre no hay más que una... o no

Una quincena de educadoras ya atiende en sus propios domicilios a grupos de hasta cuatro niños para que crezcan «en un ambiente sin competición» y con «cariño parental»

Madre no hay más que una... o no

­«Dicen que madre solo hay una, pero nosotras intentamos ser lo más parecido a ellas». Esa es la filosofía de una alternativa a los jardines de infancia convencionales, implantada en muchos países europeos bajo el nombre de Madres de Día. Defienden la permanencia del niño «en un ambiente hogareño y familiar donde crecer sin prisas», utilizando sus propias casas para ello. «No tenemos nada en contra de las guarderías, pero no es un ambiente sano para el niño», explica Magda Pérez, la presidenta de la Asociación de Madres de Día de la Comunitat Valenciana.

El concepto de Madre de Día se basa en un «acompañamiento» de los niños desde los cuatro o cinco meses hasta los tres años. Sólo puede haber un máximo de cuatro menores por casa, tres en el caso de que haya un bebé incapaz de moverse por sí mismo todavía. Si dos madres se juntan en una misma casa pueden cuidar de un total de seis. Esta actividad no está reglada por la Conselleria de Educación de la Generalitat, a diferencia de lo que ocurre en Navarra, donde sus administraciones contemplan estas figuras y les exigen cierta normativa.

Pero Madre de Día no es cualquiera que cuide niños en su propia casa. «No somos niñeras», aclara Pérez, que desempeña su labor en Puçol. Para trabajar en esta pedagogía alternativa hace falta formación en educación infantil (Waldorf, Montessori, etc.), darse de alta en la Seguri­dad Social como autónomos, un seguro de res­ponsabilidad civil, haber asistido a un curso de primeros auxilios, tener una habita­ción que haga las veces de dormitorio para los niños y, en definitiva, una casa con sufi­ciente espacio de forma que ellos se puedan desenvolver con libertad y que cuente con una zona exterior (o en su defecto, con un parque al que se pue­da acudir a diario).

En las comunidades donde está legalizada esta profesión, se piden además ciertas adaptaciones en los domicilios, como tener los enchufes en alto. «Eso, sin embargo, provoca que las casas dejen de ser ´hogares´ y se conviertan más en jardines de infancia», lamenta Pérez.

«En las guarderías, compiten»

«Muchas de las Madres de Día de la Comunitat son extrabajadoras de guarderías que salieron escaldadas al ver que no podían atender como querían a los niños», explica la presidenta de esta asociación. Desde el punto de vista de las familias, «la mayoría de los padres que optan por este tipo de acompañamiento para sus hijos son personas con titulaciones universitarias y con una mentalidad más alternativa», añade esta ´madre´ con siete años de experiencia.

«Los niños no comienzan a socializarse hasta los tres años. Hasta esa edad lo que necesitan es una figura materna, no entrar en competencia, que es lo que pasa en las guarderías. Allí tienen que defenderse del exterior, de 17 alumnos más, aquí pueden desarrollarse sin esa presión», relata. «No se convierten en niños inmaduros, al contrario», repone Mª Amparo Miralles, una maestra de educación infantil de Pego que lleva un año trabajando como «madre». «Los conflictos que surgen se solventan con calma. Todo es más natural y relajado», señala. «La manera de hablarles, de escucharles, todo es diferente», añade.

Y este servicio tan personalizado tiene un coste: unos 400 euros al mes por un cuidado de 8 horas «No es mucho más caro que las guarderías, salvo las públicas, obviamente», apunta Pérez.

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