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Bien de Interés Cultural

Espioca: la torre olvidada

Su ubicación apartada y su titularidad privada han provocado que escapara del control de las administraciones públicas durante décadas

Espioca: la torre olvidada

Dentro de las torres de época andalusí que se conservan en la Comunitat Valenciana, un buen número de ellas en la comarca de l´Horta, existe una fortificación de este tipo en Picassent, la torre Espioca. Su estado de deterioro y la posibilidad de que se derrumbe provocaron hace un año una denuncia, que ha supuesto recientemente una orden de ejecución de la Conselleria de Cultura a los dueños, como informaba Levante-EMV esta semana. A pesar de su valor histórico y su consideración como Bien de Interés Cultural (BIC), esta torre es la gran olvidada. Frente a otras como las de Torrent, Paterna o Silla, que han pasado por diversos procesos de restauración „algunos más rigurosos que otros, según la época„que han asegurado su preservación, Espioca se resquebraja. Su titularidad privada y su posición alejada de cualquier casco urbano „está incluso dentro de una finca vallada„ han provocado que quedara fuera del control de las administraciones públicas.

Este bien de en torno al siglo XII se encuentra sobre una posición elevada, en un terreno junto a la autovía A-7, el antiguo «Camí Reial», frente al Centro Penitenciario de Picassent. Junto a la carretera se hayan el Molí y la Masía de Espioca, formada por una agrupación de edificios que incluye la venta y la casa principal o señorial de torre Espioca con una capilla o ermita, que tiene una campana del siglo XVIII, y otras construcciones anexas asociadas a la explotación de la antigua finca agrícola en la que se encuentra. En 1986 este bien fue incluido en la Relación de elementos de interés de las Normas Subsidiarias de Picassent y en 1998 en el catálogo de elementos y conjuntos protegidos de su Plan General de Ordenación Urbana. Además desde 1993, la torre está considerada como Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de monumento, en base a la declaración genérica que recibieron estas fortificaciones por la Disposición Adicional Segunda de la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985.

Según el profesor Pablo Rodríguez Navarro (2008) en su tesis doctoral, en el «Llibre del Repartiment» consta la donación en 1238 del asentamiento de Espioca por parte del rey Jaume I a los hermanos Palasín y Artal de Foces (Huesca) junto con el asentamiento de Alcàsser. A estos propietarios de Espioca, que llegó a configurar un término independiente con sus autoridades, les sucedieron otros entre los que estuvo el Marqués de Dos Aguas en el siglo XVIII, centuria en la que ya había quedado despoblado este lugar.

En las primeras décadas del siglo XX ya como parte del término de Picassent, la finca de Espioca, en la que se ubica la Torre, contaba con 206 hectáreas de huerta y secano y pertenecía a los marqueses de Argelita. En 1930 ésta fue vendida por la hija menor del primer Marqués de este título al diputado en el Congreso por Castellón entre 1905 y 1936 y dos veces ministro de Justicia durante la Segunda República, Vicente Cantos Figuerola, natural de Burriana. A lo largo de las décadas siguientes la finca original se fue segregando en parcelas y vendiendo por los descendientes, residentes en Madrid. En 1979 la parcela en la que se ubica la Torre, pasó a pertenecer en un 49% a los herederos de José Cantos Figuerola y Sáiz de Carlos, y en un 51% a la sociedad inmobiliaria Comercial Benpaes, cuya mercantil predecesora adquirió en ese momento los terrenos de su alrededor, por lo que ambos mantienen conjuntamente su titularidad desde entonces.

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