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Generales en clave valenciana

Reválida con vistas a 2019

La coalición de Compromís y Podemos ampliada a EU amenaza la hegemonía del PP y allana el camino de Oltra a la presidencia del Consell

Reválida con vistas a 2019

El bipartito que gobierna la Generalitat ha eximido a los alumnos valencianos de sexto de Primaria del examen de reválida al que obliga la ley educativa del PP, pero nada podrá hacer para esquivar unas nuevas elecciones generales con fecha ya marcada en rojo en el calendario. El 26 de junio los valencianos, y el resto de españoles, están llamados a una nueva cita en las urnas para elegir al presidente del Gobierno, una segunda vuelta en la que no sólo se la juega el cuarteto Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Mariano Rajoy y Albert Rivera.

Los líderes valencianos tiran de argumentario al subrayar que estos comicios son de ámbito nacional, pero todos son conscientes de que las urnas hablarán también en clave valenciana pues su resultado servirá para tomar posiciones de cara a la carrera electoral de 2019, la que, en realidad, todos tienen en mente. Y es que la nueva legislatura ha consumido ya un año.

Politólogos y expertos en demoscopia llevan meses elucubrando sobre cómo reaccionarán los electores ante una situación carente de precedentes: votar por segunda vez en seis meses y elegir entre los mismos candidatos que han sido incapaces de ponerse de acuerdo para gobernar. Esta es la incógnita a la que también se enfrentan los partidos con implantación en la Comunitat Valenciana metidos ya de lleno en una campaña que arranca con una gran novedad respecto a diciembre de 2015 y que tiene que ver con la alianza de las fuerzas de izquierda.

El pacto electoral Compromís- Podemos (reeditado pacíficamente contra todo pronóstico) se ha visto fortalecido con la incorporación de Esquerra Unida. Una alianza que garantiza a la izquierda el segundo puesto valenciano y le permite soñar con lo que sería una hazaña histórica: desplazar al PP como primer partido en la Comunitat Valenciana. Un movimiento político, el que Podemos e IU han rubricado esta semana en el ámbito nacional, que supone una alteración del tablero político español que podría suponer el ascenso de una nueva fuerza mayoritaria de izquierdas frente al PSOE por primera vez desde la restauración de la democracia.

Con todo, el éxito del sorpasso valenciano a la derecha no sería, sin embargo, capitalizado por igual por toda la izquierda. Los socialistas, que presiden la Generalitat con el apoyo de Compromís y Podemos, pueden acabar engullidos por la ola del cambio en cuya cresta cabalga la lideresa de Compromís, Mónica Oltra. Un buen resultado, como ya ocurrió en diciembre, allana el camino de la vicepresidenta para la carrera a la Generalitat dentro de tres años.

Precisamente recuperar terreno político y rentabilizar el poder institucional es el objetivo principal de Blanqueries. Y en este contexto cabe entender la autonomía política que el presidente Ximo Puig reclama respecto de Ferraz. El pulso lanzado esta semana por el secretario general del PSPV para la Entesa al Senado (un acuerdo para una lista compartida de candidatos con Compromís y Podemos) era táctica y estratégica, aunque Ferraz la ha tumbado. Táctica porque buscaba evitar el desastre del 20D cuando el PSPV se quedó sin senadores de elección directa por Valencia y estratégica, porque permitía a Puig reivindicar un espacio propio y ligado al territorio dentro del socialismo del PSOE. El presidente, no obstante, ha tenido que retroceder en su pulso, ya que está condenado a entenderse con Pedro Sánchez si éste finalmente conquista la Moncloa.

Y lo que se juega en esta partida no es sólo política. La historia reciente está plagada de ejemplos de cómo de beneficioso puede resultar para un ejecutivo autonómico estar en sintonía con el Gobierno central. El Consell de Puig, además, está más necesitado que nunca de tener un interlocutor receptivo en Madrid, máxime en una situación como la actual de total asfixia económica. El debate sobre el modelo de financiación autonómica tendrá lugar la próxima legislatura y resulta evidente que el bipartito necesita en la Moncloa un aliado. Y compartir color político no es siempre sinónimo de comunión de intereses.

Pero las nuevas elecciones generales no sólo son una prueba de fuego para la izquierda, también los populares valencianos se juegan algo más que un escaño arriba o abajo en el Congreso o la pérdida de seis senadores. Pese a la que ha caído desde el 20 de diciembre en forma de escándalos de corrupción, los populares que dirige Isabel Bonig son moderadamente optimistas. Se suben al carro de las encuestas que prevén una ligera subida en intención de voto para Rajoy y en los análisis sobre fidelidad del votante. El PPCV obtuvo once diputados (cinco diputados por Valencia, cuatro por Alicante y dos por Castelló) y en la calle Quart están convencidos de que el nuevo diputado por Valencia que se disputarán los partidos podría caer de su lado y no en el de Ciudadanos, su principal contrincante.

Bonig salvó los muebles el 20D al obtener el 26,98% de los votos, cuatro puntos más, al pasar de las 658.612 papeletas cosechadas en mayo a más de 834.000. El nuevo PPCV de Bonig superó así en más de 177.000 votos al de Fabra, una baza que hizo valer internamente la lideresa para reforzarse de cara al congreso regional. La presidenta del PPCV tendrá, sin embargo, que examinarse de nuevo y esta prueba puede ser internamente más importante que la del 20D ya que la gestión del caso Taula ha erosionado su figura y abierto ciertas fisuras en un partido que estaba más unido hace seis meses.

Para Ciudadanos también su papel en la Comunitat Valenciana es determinante. Aportó cinco escaños a Rivera, una cantidad que, según las encuestas, podrían aumentar. La organización, sin embargo, está buscando su sitio tras la marcha de Carolina Punset a Bruselas. Por lo pronto, a falta de un liderazgo con gancho como el de Punset, C´s se ha lanzado sin complejos al valencianismo identitario, un caladero de votos donde el PPCV ha pescado en exclusiva. Pero el fracaso de la convocatoria de la protesta ante el Palau en defensa de los símbolos ha erosionado aún más la bicefalia entre el portavoz autonómico, Fernando Giner, y el líder en las Corts, Alexis Marí. El discurso de corte centralista de C´s y la necesidad de no dar la espalda a cuestiones valencianas obliga a grandes equilibrios.

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