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Novela

Oda a la "buena escritura"

Un vecino de Algemesí copia a grandes autores como Cervantes desde 2015 para superar su depresión

Cástor Gabaldón en su estudio en Algemesí con sus transcripciones y citas. XIMO FERRER

«Confía en el tiempo, Sancho, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades». Esa es una de las frases que más se le quedó grabada a Cástor Gabaldón cuando empezó a leer El Quijote. Unas palabras balsámicas para un ex militar desencantado que estaba viviendo sus horas más amargas. Una depresión resultante de un conflicto familiar y una difícil situación económica llevaron a este vecino de Algemesí a transcribir, palabra a palabra, 25 libros de la literatura universal. Su amor por la caligrafía, o la «buena escritura» como la llama Gabaldón, hicieron que reproducir a mano las obras de autores fuera un ritual basado en la minuciosidad por el trazo perfecto y la plena concentración.

«Cuando transcribo no pienso en otra cosa. Ha sido mi salvación», confiesa este vecino de La Ribera, quien empezó esta tarea a principios de 2015. Aunque este vecino de La Ribera no sabe explicar muy bien el porqué de su afición con sus propias palabras, sí que lo hace un extracto de literatura que transcribió. «En El olor de la guayaba, unos amigos de Gabriel García Márquez hablan con el escritor de la repercusión de Cien años de soledad. Los colegas de Márquez incluyen unas declaraciones de una anciana rusa que empezó a transcribir el libro. Le preguntaron: '¿Por qué lo hace?' Y ella contesto: 'Transcribiendo intento saber quién está loco, el escritor o yo'. Y esa es la verdad».

El Quijote de La Mancha, con 837 páginas, fue el primer libro que transcribió, y ya no ha podido parar. «Parece una tontería, pero Cervantes me salvó al vida. Su texto me fue revelador», comenta este vecino, que se vio reflejado en las aventuras de este personaje emblema de la literatura española. «Tiene unas citas impresionantes. La filosofía de los personajes me ayudó a superar el bache por el que estaba pasando», explica. Gabaldón transcribió la versión de Arturo Pérez-Reverte, y no dudó en ponerse en contacto con el autor para que le diera su consentimiento para reproducir su obra. «Me dio la enhorabuena por mi labor, y me dijo que continuara», afirma Cástor, quien ha llegado a ponerse en contacto incluso con el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, quien le contestó recientemente.

Atracción por los héroes

Entre sus libros transcritos destaca Bartleby, el escribiente, de Herman Melville; Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Neruda; o Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Aunque guarda con especial cariño El Principito, el primer relato que transcribió a los 15 años. Cuando termine de transcribir El otoño del patriarca de Márquez, plantea aventurarse a transcribir Tirant Lo Blach, un libro que según él «está llena de aventuras como su vida». También se concentra en estrenarse como autor, pues prepara su primer relato corto, que titulará Por un puñado de euros, donde relatará con tono irónico sus «calamidades».

Las páginas transcritas, así como las cartas que ha recibido de personalidades de la literatura, son sus pequeños trofeos. Pero también lo son las citas que descubre en cada libro. Llegó a tener tantas guardadas en su mente que un día decidió guardarlas sobre la pared de su estudio con papeles y cartulinas. Entre todas, destaca una de Nabokov: «nuestra existencia no es más que un cortocircuito de luz entre dos eternidades de oscuridad».

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