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El personaje

Ocho claves para la superación personal

«Trader» bursátil, Josef Ajram ha presentado esta semana en Valencia «El pequeño libro de la superación personal», en el que plantea una serie de consignas y aseveraciones que sirvan de palanca para lograr objetivos y retos

Josef Ajram es operador de Bolsa, empresario y un aficionado al ciclismo extremo. Nacido en Barcelona en 1978 de padre sirio y madre española, acaba de publicar «El pequeño libro de la superación personal», que ha presentado esta semana en Valencia. Antes de esbozar su decálogo de consejos para conseguir retos, accede a dar dos pinceladas sobre lo que debe hacer o no el pequeño inversor bursátil, al que aconseja «que no invierta en Bolsa, porque no sabe. En el momento en que entendamos que la Bolsa es un oficio y no un juego, tendremos un camino bastante adelantado. El problema es que mucha gente que invierte en Bolsa se cree que comprándose un periódico económico y leyendo sus páginas ya sabe de Bolsa y eso es un error, porque cada vez que alguien hace una operación en bolsa está compitiendo contra bancos de inversión o gente profesional. Por eso le diría que mucha precaución, que no lo intente hacer él, de igual manera que si se me estropea el coche no lo intento arreglar yo, sino que lo llevo al mecánico. Hay nueve millones de españoles involucrados en la Bolsa, sea con acciones, con fondos de inversión... La gente compra acciones esperando que suban y eso es una locura. Es tirar una moneda al aire. Se ven cosas tristes. Te das cuenta de lo que cuesta ahorrar dinero y cómo la gente lo desprecia por la avaricia. También le recomendaría que tenga paciencia, la humildad de aceptar que se puede equivocar y que aprenda a perder un poco. La gente no sabe perder dinero. O lo pierde todo o no pierde. Lo difícil en Bolsa no es perder un 40 %, sino un 1 %». Dicho esto, Ajram explicita algunas ideas básicas en torno a cómo superar retos personales.

¿Qué quiero ser de mayor?. Lo primero de todo es contestar a la pregunta ¿qué quiero ser de mayor?. El punto de partida de cualquier proyecto ha de ser tener claro qué quieres conseguir y qué meta quieres lograr. Una vez tienes muy clara esa meta hay que ir a por ello y luchar al máximo.

Fraccionar la meta. Una vez tengas esa meta, la segunda parte sería fraccionarla para no agobiarse con la totalidad del objetivo. Si quiero correr cien kilómetros, esa es una meta. Si quiero acabarlos, en el kilómetro cinco no puedo pensar que me quedan noventa y cinco. He de dividir las metas y pensar de cinco en cinco o de diez en diez. Algo que sea fácilmente asequible para mí.

Valorar el capital humano. La tercera meta es que si consigo ese pequeño objetivo me he de valorar, es decir valorar el capital humano. Entender que hacer las cosas bien en la vida no es lo normal, sino que es muy difícil. Cuando tengo claro esto he de creer que soy capaz de conseguir ese objetivo. ¿Yo me creo capaz de llegar a la meta?. Si la respuesta es no, más vale que no empiece, da igual los recursos que tenga o el talento. He de ser plenamente consciente de que puedo conseguir aquello que me proponga. He de ser constante.

La constancia. Entender que dos más dos son cuatro y que, por mucho talento que tenga, no voy a conseguir la meta si no trabajo, si no soy luchador ni voy peldaño a peldaño. Hay una frase de David Lynch aplicable a la Bolsa y también a la vida que dice que el ser humano no tiene paciencia para enriquecerse lentamente y por eso decide arruinarse rápidamente. Es decir, si me quiero saltar etapas de mi vida voy a caer en picado. Si en lugar de llevar un ritmo constante en mi vida, de repente pego un sprint probablemente me desfonde y no consiga acabar.

Saber en qué soy bueno.Tener muy claro saber en qué soy muy bueno. Es muy importante. La gente no sabe decir en qué es muy buena. ¿Por qué? Pues porque en los momentos de dificultad personal, de bache, solo aquellos que sean conscientes en qué son muy buenos van a poder salir adelante. Si no crees en tus aptitudes, tus capacidades, es muy difícil que tengas la confianza necesaria. Visto a la contra, es bueno saber en qué no tienes capacidades para nunca seguir esa vía. Hay que microespecializarse. Ser bueno en una cosa muy concreta. Segmentar muy buen el talento. Mi padre no es médico, es pediatra. La medicina es un gran ejemplo de segmentación y de especialización.

Equilibrio entre éxito y fracaso. El éxito es peligrosísimo. La persona que se siente exitosa y piensa que por trabajar en una empresa determinada o llamarse de una manera determinada las cosas van a salir bien, se va a relajar y va a perder. Hay que escuchar las tendencias del mercado, a la gente, qué inquietudes tiene para adaptarse. Por ejemplo, la telefonía móvil. Ahora vamos todos con smartphones o iphones y muy pocos con nokias. Antes todos llevábamos un Nokia, pero Nokia no creyó en los smartphones porque era líder mundial y ya no existe. Hay que escuchar y reinventarse constantemente.

El fracaso no existe. Tampoco existe el fracaso. Nadie tiene el derecho a hacernos sentir fracasados. Baches y problemas vas a tener, pero si somos lo suficientemente inteligentes, como dice Ralph Nader, es que tu mejor maestro puede ser tu último error. Un mal endémico en la sociedad es atribuir cada error a la mala suerte. Eso no puede ser. Hay que se más humilde y aceptar que algo me ha salido mal.

El trabajo en equipo. Es muy importante, al igual que gestionarlo. Entender la figura del líder, del equipo que está a tu cargo y que el equipo ha de ofrecer compromiso y el líder ha de entender al equipo, ha de bajar su nivel de esfuerzo para arropar a ese equipo y ha de detectar qué le puede pedir. Si reiteradamente le pide cosas que no le puede dar, lo que es motivación se convierte en frustración. Eso es muy peligroso.

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