En los últimos días hemos vuelto a vivir un nuevo e intenso temporal de frío y nieve, lluvia, viento e incluso pedrisco que se suma a las fuertes lluvias e inundaciones de finales de noviembre y principio de diciembre o a la grave sequía que arrastrábamos antes de todo lo anterior. En general el agua o la nieve han sido positivas por lo que supone de recarga hídrica, pero todas estas adversidades climatológicas han provocado también en algunas zonas considerables pérdidas a los agricultores y ganaderos valencianos que se acumulan en el tiempo. Gobierno central y Generalitat deben ser sensibles ante lo que sucede en el campo con estas catástrofes.

No nos vale sólo con visitas protocolarias y declaraciones de buenas intenciones, queremos ver hechos. Somos conscientes que ha habido muchas pérdidas en infraestructuras urbanas y en playas que llaman la atención sin duda por lo que representa el turismo, pero también hay daños evidentes en nuestras zonas rurales. Hace poco leía la crítica de una ganadera en las redes sociales donde se quejaba, con razón, de que cada vez que se producía una nevada se quedaban aislados y olvidados. Lo rural, y el tejido que allí vive y trabaja, también existe.

Son muchos los destrozos en cultivos, en infraestructuras agrarias en la pérdida de renta por el aumento de costes de producción y vuelvo a mencionar al sector ganadero, como otros, que verá incrementado los costes de alimentación ante la imposibilidad de salir a pastar los animales o el aumento de los costes de calefacción en las granjas. Por si todo lo anterior no fuera poco tenemos el precio de la energía (electricidad y gasóleo) en los niveles más alto de los últimos tiempos y más pronto que tarde también habrá un aumento de los fertilizantes y fitosanitarios que harían elevar aún más los costes a los productores. Los sectores más afectados por esa subida de los costes energéticos son el avícola y el porcino; así como los cultivos de secano.

Ha falta más sensibilidad y atención hacia los agricultores y ganaderos pues el incremento de los costes productivos es una circunstancia negativa más que se suma a los bajos precios y a las adversidades climatológicas de los últimos meses. Deberían volver las tarifas especiales de electricidad para el sector agrícola como existía hasta 2008 y un gasóleo profesional agrícola que es una reivindicación histórica del sector. Y se necesitan medidas compensatorias y extraordinarias de todo tipo, desde fiscales con módulos bajos o cero porque no es ilógico tributar sobre grandes pérdidas, la condonación del IBI de las parcelas cultivadas, hasta la bonificación de la mitad de las cuotas de la Seguridad Social, préstamos con intereses bonificados, subvenciones para productos fungicidas o para recuperar plantaciones afectadas por la asfixia radicular o, tal vez lo más importante, ayudas de Estado para las empresas agrarias afectadas.