¡Eureka! ¡He tenido la mejor idea del mundo! Era el año 1995, yo tenía 15 años y acababa de ver en mi revista favorita, PC Actual, un artículo sobre una máquina infernal que era capaz de hacer copias de cederrones (la palabra existe, no es culpa mía, es de la RAE). Valía 100.000 pesetas (600€), una pasta. Pero rápidamente vi la posibilidad de comprarla y copiar discos de música para todos mis amigos y sacarme una buena pasta (por aquél entonces no sabía mucho de leyes ni piratería).

Y así fue, reuní todos mis ahorros, pedí dinero a gente de mi familia (mis primeros pinitos con el crowdfunding) y la compré. Y la cosa funcionó muy bien. Durante un año la "tostadora" a 1x estuvo a tope y yo viví como un rey.

Unos años después, volví a experimentar esa sensación. Tratando de posicionar por medio de SEO una Web de un cliente, encontré una fórmula para conseguir colocar vídeos de Youtube en el Top 3 de búsquedas con sólo un mes de dedicación. Era un filón, lo iba a petar.

Documenté todo el proceso bien, creé un producto paquetizado, le puse precio y salí a venderlo como loco. Y fue un desastre. Saqué poco más de 230€ después de 10 meses peleando con el proyecto.

En ambos casos las ideas eran buenas, pero los resultados fueron bien distintos. ¿Cuál fue la diferencia?, ¿dónde estuvo la clave? Y la pregunta del millón ¿cómo de importante es la idea para el éxito de un proyecto?

En mis primeros pasos como emprendedor, pensaba que la idea inicial era lo más importante de todo. No quería compartirla por si me la robaban. Después empecé a adentrarme en el ecosistema emprendedor y todo el mundo me decía que la idea no valía nada, que lo verdaderamente importante era la ejecución.

En los últimos 4 años en Demium hemos evaluado unas 1300 ideas, de las que hemos seleccionado las 180 mejores y con esas hemos creado 32 startups. Después de este proceso, empiezo a entender la verdadera importancia de las ideas.

Analizando los resultados obtenidos, veo que el 90% de las ideas que habíamos arrancado, han acabado siendo algo bastante distinto a lo que habíamos pensado en principio. Por lo que estoy convencido de que la ejecución es el punto más importante de todos. Saber adaptar tu producto para que tus clientes lo amen. Y esto es, ni más ni menos, que acumular muchas buenas ideas; Ideas de funcionalidades de producto, de diseño, de estructura de la empresa, de prioridades, de cómo llegar a tus clientes, de cómo posicionarte frente a tu competencia, etc. Este cúmulo de buenas ideas es lo que realmente marca la diferencia en el resultado del proyecto.

Por tanto, si en la mayoría de los casos el producto acaba siendo algo muy distinto de lo que habíamos ideado en principio, podríamos decir la idea no tiene un gran peso, pero creo que no sería del todo correcto. Hay algo muy importante que deriva de la idea y que determina el potencial de un proyecto y la mayor o menor facilidad para lograrlo. La elección de una idea, determina también el sector, el tamaño de mercado y el momentum, lo que llamo "los primos" de la idea. Y estos factores son fundamentales para montar una startups de éxito. En el boom inmobiliario, hasta el más todo hacía dinero comprando y vendiendo pisos. Colocarte con la corriente a favor, es una gran ventaja que acelera el camino hacia el éxito.

Por último quería hablar de "la magia" de la idea. A pesar de todos los razonamientos anteriores, la idea tiene un poder especial que no debemos subestimar. Y es que ella sola es capaz de convencer a un directivo de que deje su "exitoso" trabajo y se lance a la aventura de emprender. Tiene la capacidad de convencer a más locos a que se suban al barco contigo. Y tiene el poder de conseguir que inversores se jueguen su dinero con tu proyecto.

Así que no tengas una buena idea, ten muchas y seguro que llegará el éxito.