Cuando un emprendedor crea su startup, al principio el objetivo está claro: inicialmente, lo que ha de hacer el equipo es validar el modelo de negocio y el perfil de cliente para ver qué recorrido tiene. Para validar si nuestra idea funciona, nos sirve casi cualquier mercado. Y una vez que ya has encontrado ese modelo de negocio y conoces bien quién es tu cliente tipo y qué canales te van a permitir crecer, hay que pensar en escalar.

En España, tradicionalmente un emprendedor escala en el mercado nacional y llega un punto en el que debe decidir si se internacionaliza o no. Pero el problema de las startups es que están en una fase muy temprana, no tienen suficiente tracción y no están generando cash flow, por lo que es un reto lanzarse a otro mercado que entrañará dificultades como nuevas particularidades culturales, que sea en otro idioma y más cosas a validar.

De esta forma, los business angels españoles recomiendan a las startups que se centren en el mercado español y crezcan aquí. En definitiva, las empujan a ser líderes nacionales. Pero, ¿cuál es el problema de esto? Pues que ser líder nacional en un mercado como el español demuestra que años después cuando consiguen ese liderato y buscan dar el salto internacional, ya suele ser demasiado tarde para ir a otros mercados donde los competidores ya han tomado posiciones. En estos casos, las startups ya no tienen la opción de ser un player tan relevante, puesto que el mercado español no tiene un tamaño tan grande, si lo comparamos con otros mercados como el chino, alemán, brasileño e indio.

Entonces, hemos conseguido ser líder nacional pero no tendremos una función relevante a nivel mundial. De otra forma, intentar ser líder global desde el primer momento es muy complicado: Una startup suele estar en un punto muy débil donde no se cuenta con el capital suficiente, por lo que se requiere un importante sacrificio económico y personal, porque va a implicar viajar una buena parte de las jornadas.

En la mayoría de los casos, significa lanzarse a un mercado como el de Estados Unidos, (el más accesible desde España en comparación con otros), donde con una solo idioma y cultura, puedes atacar a más de 400 millones de personas con un poder adquisitivo alto.

Pero esta propuesta representa un gran reto para el emprendedor: Requiere, como decía, un gran esfuerzo económico, de planteamiento, de calidad de vida y de organización. En esta situación, los fondos internacionales pueden ayudar a las startups que demuestren que son una muy buena opción. Un ejemplo son los partners de Besemer, que por ejemplo dicen que lo que buscan es startups que en dos años logren más de 100.000 euros de ingresos recurrentes mes a mes, y que tengan presencia en un gran mercado.

En definitiva, ser emprendedor, un vez más, significa darlo todo y vivir por y para tu proyecto, Y en este sentido, para apostar por ser un player global, has de tener una propuesta excepcional y has de estar preparado a hacer las maletas.