La diversidad de enfoques y tendencias que convergen en los procesos de innovación es muy alta y se encuentra en enriquecimiento continuo. Uno de estos enfoques hace referencia a la innovación dirigida a «la base de la pirámide», entendida como la población que se sitúa en la escala más baja del consumo.

La creciente polarización social implica la progresiva desaparición de la gama media de bienes y servicios y el aumento del volumen de ciudadanos que diariamente compran los productos más básicos y baratos para subsistir. Tal vez incluso, en el mejor de los casos, ahorrar lo suficiente para darse un capricho esporádico y emular a los que más tienen. Atender a estos grupos poblacionales vulnerables, que van descolgándose del estado del bienestar, requiere observar su situación (desempleo, enfermedad, etc.) y sus características personales (edad, discapacidad, etc.), tratando de ofrecerles una calidad de vida digna. Para las empresas supone, al mismo tiempo, nuevas oportunidades de negocio e innovación.

El número de personas que no logran alcanzar un nivel mínimo de calidad de vida continúa creciendo a escala mundial. Más de 4.000 millones de personas sobreviven con menos de 6 euros al día, por debajo del umbral de la pobreza y componiendo lo que el profesor Prahalad llamó la «Base de la Pirámide» (en inglés BoP).

Beneficio, pero con soluciones sociales

Las condiciones en las que viven estos dos tercios de la población mundial han atraído a empresas interesadas en asociar los fines lucrativos con los sociales, más allá de la filantropía o de la responsabilidad social. Podría decirse que surge un dilema ético al considerar que, en determinadas circunstancias, ganar dinero resolviendo problemas sociales es la mejor vía para garantizar la sostenibilidad de esta clase de innovación.

En todo caso, el objetivo de estas iniciativas para hacer «fortuna en la base de la pirámide», como defiende Prahalad, no consiste en vender a los pobres cosas que no necesitan a menor precio, sino en innovar en modelos de negocio para atender sus necesidades de forma sostenible propiciando, al mismo tiempo, un desarrollo socioeconómico local. Las estrategias de innovación van desde adaptar el precio de los bienes y servicios al poder adquisitivo de estas personas, sin disminuir su calidad básica, hasta derribar las barreras que les impiden acceder a los mismos, generando empleo, formación, infraestructuras para la movilidad, etc.

Para promover lo que ellos mismos denominan «innovación y colaboración inclusiva y sostenible» surgió, en 2007, la BoP Global Network, que reúne a líderes globales para compartir conocimiento y difundir información sobre la teoría y práctica de negocios sostenibles en la base de la pirámide económica. La red defiende modelos de negocio privados, transformadores de sus comunidades, con impacto ambiental, social y cultural y con potencial de escalabilidad.