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Material sensible

Diguem no

Había un juego de mesa llamado Tabú, y que consistía (creo) en responder a unas preguntas sin pronunciar una palabra prohibida. Pues ya te digo que si a alguien le sale «no» como palabra tabú, gana seguro, porque mucha gente se resiste a decir que no, con lo fácil que es si te fijas: ene, o. No. O puedes alargar la ene, creando cierto suspense: nnnnno. En todo caso alargar la o no parece buena idea.

Aunque solo recientemente he conseguido hacerlo con cierta soltura, a veces hasta con naturalidad, y como me gusta jugar con las palabras, y no solo con ellas, también con los fonemas, incluso me dedico a divertirme: observo la cara de mi interlocutor, cuando emito un «no» seco, pasar por varios colores de la carta Pantone. Pero cuando alguien está ahí insistiendo para recibir el «sí», a veces contesto: «sí, pero no»; también se puede ser menos abrupto y así decir: «pues va a ser que no», o bien: «mmmmm€ creo que no».

Pero como digo arriba, no siempre fue así y he sufrido en esta vida alguna calamidad por no haber sabido decir un no a tiempo. Aunque con excepciones. Hubo una vez hace unos años en que iba a exponer en una galería de Valencia al tiempo que lo hacía en el Club Diario Levante y un tipo de la galería, que era inglés y poco después desaparecería del mapa, me trasladó de parte del dueño que querían gestionar la exposición del Club.

Claro hombre, de modo que dispongo de una sala que le da cien patadas a la galería; el periódico se hace cargo de un transporte especializado y del técnico de montaje; gracias a Ferran Belda tengo un catálogo espectacular que cuesta una pasta y Juan Lagardera organiza un catering que es una cena en toda regla. Además la exposición tiene una cobertura en el periódico que con dinero no se paga y entonces, tú, llega el nota y quiere levantarse el 50% de las ventas, así, por la cara. Mira, me salió un no sin ambages, me salió del aparato digestivo. Era un no, que si en vez de llevar una consonante dental la hubiera llevado gutural, hubiera sido un eructo, con lo cual puede que el inglés se hubiera vuelto aún antes a su país.

Lo siento, pero la caradura del galerista no merecía otra respuesta que esa negativa tajante. De todos modos tampoco conviene pasarse por el otro extremo, como en esta negativa tan alambicada que llegas a dudar hasta de ti mismo: Lamentamos las molestias que hayamos podido ocasionarle y seguimos trabajando para garantizar la continuidad de nuestras relaciones comerciales, por lo que si fuera necesario, volveríamos a contactar con usted. Este abstruso texto que debe haber sido redactado por un becario que estudió en una escuela de negocios y que es el especialista en textos absurdos (y ridículos) que hay en la financiera de El Corte Inglés, pretende significar que a mi mujer El Corte Inglés no le renueva la tarjeta por su gran pecado de apenas usarla. Pues si lo piensas, menudo tres en raya total para decir que no, podrían decir que miren, que no va a poder ser, es que ahora mismo no nos queda plástico para hacer tarjetas. Total, para delirar, tampoco hace falta irse tanto por las ramas.

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