­En el fútbol siempre ha habido errores arbitrales. Cuestionar su labor viendo una repetición no es colocarse en su situación, la de decidir sobre una jugada en milésimas de segundo que posteriormente se analizará a cámara lenta o desde diversas perspectivas.

Pero cuando se cometen fallos técnicos de gravedad surge algunos interrogantes, ya que en el tramo final de liga, cualquier desliz puede hacer que te salgas de tu objetivo. Y en San Mamés, una vez finalizado el partido, el presidente del Valencia CF quiso hablar con el árbitro porque no entendía lo que vio. Después de ver al vestuario destrozado, él transmitía una imagen serena pero por dentro tenía el estómago bien revuelto por lo que entendió una «falta de respeto» a la afición blanquinegra. Varios miembros de seguridad presentes en la puerta de acceso le recomendaron que no entrara al vestuario arbitral, y desistió, para luego hacer pública su queja.

Su teléfono móvil no paraba de recibir mensajes, es más, sabía que con las declaraciones que iba a realizar podrían ser llevadas al Comité de Antiviolencia, pero consideró que peor era quedarse quieto, en silencio, porque todo el estadio vio esa acción. Hasta Ernesto Valverde bromeó diciéndole que para colmo en el vídeomarcador de San Mamés se puso esa imagen repetida en varias ocasiones, sin que hubiera lugar a ninguna duda.

La intención del club es que Fernando Teixeira Vitienes no les vuelva a arbitrar en un tiempo, pero la pregunta que se hacían los ejecutivos del club desplazados a Bilbao era la siguiente: ¿Por qué no tienen dedicación exclusiva los árbitros con el objetivo de estar más preparados?

No creen que haya una «mano negra» detrás de todo esto, pero mientras decidieron recurrir la expulsión de Otamendi, eran conscientes que sobre el gol en fuera de juego no podían hacer nada. Es mucho dinero el que hay en juego, el que significa entrar o no en la Champions, de ahí que el presidente dejara en un segundo plano el eslogan del «Gloval Respect» que quieren proyectar por Europa la próxima temporada.

El Valencia CF es uno de los clubes partidarios de modernizar todos los estamentos del fútbol persiguiendo estar en el primer escalón a nivel mundial, de ahí que exijan soluciones, profesionalidad y una atención máxima para reducir a la mínima expresión cualquier tipo de error. Echaban humo las cabezas de la expedición, no tenían ganas de hablar unos con otros, interiorizando su indignación.

Miembros del cuerpo técnico, de estreno en la liga, pensaban que los árbitros iban a ser mejores que los de Portugal, pero comienzan a darse cuenta de que no es así. Al ver la acción repetida buscaban motivos que pudieron inducir al árbitro asistente al error, pero comprobaron que estaba bien colocado, que no se cruzaba por el camino ningún jugador que pudiera tapar la figura de Aduriz… Y el aumento iba 'in crescendo'. Nuno fue informado de las acciones que iba a seguir el club, que él consideró oportunas, al considerar que llega un momento en que hay que dar un golpe encima de la mesa.

Sonrisas imposibles

No hubo ningún jugador ajeno al enfado, sólo Otamendi y Diego Alves pasaron a dar su punto de vista público por la zona mixta. Negredo y De Paul estuvieron charlando con un amigo, incapaz de sacarles una sonrisa por la rabia que tenían contenida. Algunos jugadores achacaron el error a una falta de personalidad. Ya les condicionó la expulsión de Otamendi, admitiendo que no es fácil arbitrar, veían que no habían sido objetivos ni imparciales, sintiéndose claramente perjudicados. Tenían la percepción de que jugando once contra once, el Valencia CF iba a sumar tres puntos importantísimos, pero también, después de ver las decisiones de Fernando Teixeira Vitienes, que es una situación que comienza a repetirse en los partidos, de ahí que exijan una solución.

Lo vivido en La Catedral (la «nueva» Catedral) fue la gota que colmó el vaso. A los jugadores les gustaría que no quedara impune la situación con el colegiado para que en la liga se marque un antes y un después tras un error grave y tan claro. El pasado jueves se sintieron víctimas, pero seguramente en otras ocasiones serán otros equipos, que puedan o no estar compitiendo por los mismos objetivos que el Valencia CF.

La queja se produjo tras el partido, pero son partidarios de ir más allá, al orígen de la situación del Comité Técnico de Árbitros que dirige Sánchez Arminio. Esa «bronca» que sentían en su interior, también iba para sí mismos, sabedores que si hubieran «cerrado» el partido en alguna de las ocasiones claras que disfrutaron tras el 0-1 —a Rodrigo le faltó una pizca de suerte— el error del árbitro no hubiera sido tan influyente como lo fue, pero ese gol… no debió subir al marcador, de ahí que exijan soluciones por un mejor arbitraje en la liga.