El proyecto de Peter Lim se mide a una sensación desconocida hasta el momento. El Valencia se enfrenta a la primera situación de riesgo desde que el club fuera adquirido por el magnate singapurense. Hasta la fecha, todo había ido rodado de manera casi idílica. La entrada de la nueva propiedad tuvo un primer efecto revitalizador en el plano deportivo y social. El equipo recuperó su prestigio con un cuarto puesto alcanzado con una puntuación digna de las ligas de Rafa Benítez. Y, por otro lado, la masa social experimentó un claro repunte al alza que ha permitido llenar de nuevo Mestalla.

Ese entusiasmo inicial generalizado debe asumir ahora las dificultades propias de un proyecto que aumenta sus exigencias conforme madura. Se pudo ver en la presentación del equipo con el recibimiento que se tributó a Nicolás Otamendi y al técnico Nuno Espirito Santo. Los silbidos al central, por su voluntad de querer marcharse, y al entrenador portugués son síntomas claros. El caso de Nuno fue el más sorprendente, pues no entraba en las quinielas que fuese a ser reprobado por la grada. Además, el preparador se había caracterizado durante su primera temporada por cultivar una relación especialmente cómplice con el estadio. El técnico encajó con diplomacia las críticas y anticipó que trabajará «para cambiar la opinión» de la gente. No obstante, los reproches del estadio no enjuiciaban su labor en el banquillo, casi sin mácula hasta el momento, sino que apuntaban directamente a sus movimientos para acaparar más poder ejecutivo en la planificación y que han tenido como efecto las dimisiones de Amadeo Salvo y Rufete, con un alto nivel de popularidad, y una influencia más incondicional de Jorge Mendes sobre los fichajes.

Todo ello ha ido generando un caldo de cultivo hasta el pasado sábado latente y cuya ebullición la determinará, sin lugar a dudas, la eliminatoria contra el Mónaco, toda una final.

A falta de diez días para la fase previa, la plantilla cierra filas para concentrarse exclusivamente en el partido ante el Mónaco. Después del duelo contra la Roma se impuso el llamado «silenzio stampa» y ningún jugador atendió a los medios de comunicación. Únicamente lo hizo Nuno, que no esquivó las preguntas sobre el juego del equipo y acerca de los pitidos de la grada. Quien tomó nota del enrarecido ambiente con el que acabó la velada fue Peter Lim, presente en su palco particular junto a Amadeo Salvo. La mayoría de sus visitas anteriores al estadio habían acabado con noticias felices.

La plantilla vuelve a trabajar hoy, en sesión vespertina, a partir de las 18:30 horas en la ciudad deportiva de Paterna.