Solo una posible remontada ante el Athletic Club contiene el polvorín en el Valencia. La imagen ofrecida en el derbi deja una situación insostenible para el club de Mestalla. Una eliminación de la Liga Europa dejaría al proyecto de Peter Lim al descubierto, desnudo y sin excusas, y con dos meses de campeonato todavía por delante con una convivencia irrespirable.

La paciencia de la masa social bordea el límite y de las palabras de Gary Neville y Paco Alcácer, con una autocrítica cruda y sin rodeos, se extrae que el equilibrio interno del equipo también está bajo mínimos. El rendimiento del equipo blanquinegro en Orriols, inferior en todos los parámetros y con una actitud irritante en algunos jugadores, se aproxima mucho al fondo que se tocó con el adiós de Nuno Espirito Santo.

La derrota ante el Levante UD retrató todos los males del Valencia en esta temporada, con los peores números y sensaciones desde el descenso de 1986. Los defectos de un bloque sin una identidad definida y con un creciente desarraigo con su hinchada alcanzan toda su frustración con la confesión de Neville de que el Valencia sigue adoleciendo de «cimientos», de una base competitiva estable, con más de tres meses en el cargo y con una inversión en fichajes de 142 millones de euros. El crédito del técnico inglés, que tuvo una generosa acogida entre la afición a pesar de las discutibles razones de su incorporación (entrenador novato con desconocimiento total del campeonato), ha quedado liquidado y la afición podría volver a movilizarse exigiendo cambios y soluciones de no pasar el cruce continental ante los de Ernesto Valverde.

Ya se rompió la cuerda con Nuno

La propiedad ya ha comprobado esta misma campaña la presión de la masa social. Ya sucedió con Nuno, que con tres años de contrato no pudo soportar los gritos en contra de los aficionados. Queda por ver si, en esta ocasión, las reivindicaciones de la grada se extienden más allá del banquillo, ya que la erosión empieza a alcanzar a la figura de Peter Lim. La frívola planificación deportiva, con decisiones caprichosas, han desgastado una imagen hasta el momento indiscutida y valorada por la estabilidad financiera otorgada a la sociedad.

La masa crítica del valencianismo también ha despertado con la opinión de voces autorizadas como las de Santiago Cañizares y José Manuel Sempere. Los exguardametas, dos históricos del club de Mestalla, alertaban ayer en las redes sociales del deslustre que está sufriendo el club. «VCF en continuo deterioro, y sin soluciones a la vista... Cuando el desgobierno entra en un club y las decisiones son producto del capricho, no hay entidad q lo resista por mucha historia que tenga», indicaba Cañizares. «Y la única explicación, esperanza, o aliento por parte del club; son las agotadas palabras de Neville en rueda de prensa. Han mentido, especulado y maltratado a nuestro club... Y lo peor es que lo han hecho con el permiso de la mayoría... Qué pena, de verdad...», añadía el actual comentarista televisivo, para concluir: «Lo siento si molesto, pero elegí siempre dar mi opinión y no ser cómplice con mi silencio. Asumo las consecuencias».

Por su parte, Sempere, meta valencianista entre la década de los 80 y mediados de los 90, expresaba su preocupación por la deriva del club: «Se están perdiendo los valores del Club. Está siendo una falta de respeto a la afición y la entidad. No se puede defender lo indefendible...».