El Valencia afronta esta semana su 97 aniversario inmerso en uno de los contextos más delicados y complejos de su historia. El riesgo de desarraigo es palpable con la crisis de resultados más honda desde el descenso de 1986 y una coyuntura societaria sin precedentes, con una propiedad, la de Peter Lim, cada vez más distanciada de la masa social, con una planificación deportiva que se ha confirmado como errónea. El grado de conexión emocional entre la grada y un equipo con pocos referentes es cada vez menor.

Ante esa realidad, en la que el margen real de influencia sobre Lim apenas existe, la solución pasa por «la responsabilidad» y «por resistir», como afirma el articulista y escritor Rafa Lahuerta. «Somos 30.000 irreductibles. Es un momento clave en la historia del club, y solo queda resistir. Se han explorado todas las fórmulas posibles, y una masa de gente se envalentonó y salió a la calle a pedir con fuerza que viniera Lim. Ahora toca resistir y continuar yendo al campo, como cada domingo. Nuestra obligación como aficionados es la de mantener el club desde la grada, no nos corresponde dimitir», añade a Levante-EMV Lahuerta, miembro fundador en los años 90 de la histórica peña Gol Gran.

Una postura similar adopta Jaume Ortí, apesadumbrado por el trance que sufre el club «y por la incapacidad de poder actuar para ayudar en la recuperación». «Es como si vieses a una persona querida enfermar y que no pudieses hacer nada para remediarlo», señala el presidente del Valencia del doblete.

Pero la resignación «o el ajuste de cuentas» no son variables válidas. Al hincha le asiste el deber de velar siempre por su club: «Cada uno como valencianista debe hacer balance de su militancia y ver qué puede aportar», prosigue Lahuerta. El autor de «La balada del Bar Torino» no duda de que la actual situación es «más compleja que la del descenso de 1986». «Es una crisis para la que no hay respuestas fáciles, pero el Valencia ya ha demostrado en el pasado ser vanguardista a la hora de plasmar las soluciones a las crisis más graves. Fue pionero en el 86. Desde aquel descenso ha vuelto a ser el equipo que más años lleva en Primera después de los históricos que jamás han descendido».

Ortí recuerda a este periódico que «este club ya las ha visto de todos los colores en 97 años de vida y el capital que supone que el público siga ahí, apoyando, es innegociable» y opta por una actitud alejada de trincheras. «No nos conviene. Decidimos que Lim viniese a Valencia y no negamos que ha hecho un esfuerzo financiero importante. Y por mucho que la medicina haya sido equivocada y el club esté varado deportivamente, la gente debe seguir estando a disposición del club. Aquí nadie quiere que fracase y pierda dinero Lim. Queremos que todo se haga con sentido común. Se está a tiempo».

Esa visión optimista la hace extensible Lahuerta, que cree que la masa social del club es más vigorosa que nunca: «Hay una aceptación metafísica de lo que supone la entidad y mucha gente optimista, dispuesta a resistir. Ante cualquier cataclismo seguiríamos siendo 30.000 irreductibles, y es mucho. No hay tiempo que perder. El primer paso, ante el Athletic».