La inestabilidad del Valencia toda la temporada, lastrado por una pésima defensa, quedó retratada hasta el último día, inmisericorde hasta con el ya mito de Voro, sin la despedida merecida por otra sinfonía de errores individuales en las áreas. El VCF repite clasificación en la mediocridad por segundo año consecutivo (12º), sufriendo todavía los fichajes calamitosos de Lim (sobre todo en la parte defensiva) y una sangría de goles en contra: 17 más que en el ejercicio anterior.

La diferencia de plantilla entre el Valencia y el Villarreal también quedó reflejada en este tramo final. El conjunto de Fran Escribá fue mejorando a medida que avanzaba el encuentro y el técnico valenciano refrescaba el equipo con Sansone, Adrián López y Rodri. Justo lo contrario le sucedió al Valencia, con buenos momentos de juego, diluidos en el último tercio con la entrada de Santi Mina, Munir y Bakkali, líquido el equipo en defensa (Aderlán Santos) y gaseoso en ataque (Zaza).

El Villarreal, brillante quinto puesto en la Liga, acaba la temporada con 67 puntos, tres más que el curso anterior con Marcelino en el banquillo: el trabajo de Fran Escribá ha sido excelente, sobre todo en una línea defensiva que, como se vio ayer en Mestalla, es un reloj de máxima precisión.

La frivolidad de Aderlán Santos, al tratar de sacar de espuela una jugada comprometida, propició el error en el pase de Montoya y el disparo inapelable de Soldado, en el minuto 1. Un chutazo cruzado a las telarañas de la escuadra derecha de Jaume. Mestalla ya no perdonó a Aderlán, sustituto de un Garay casi siempre lesionado. Preso del pánico, Aderlán atropelló a Soldado dentro del área, un empujón clarísimo indultado por el árbitro.

El Valencia llevó la iniciativa y trazó jugadas precisas con Gayà, Nani y el remate final de Parejo, repelido por una estirada felina de Andrés Fernández, un porterazo que el Villarreal tratará de retener (ha estado cedido por el Oporto).

Pese al lastre el gol en contra, el Valencia jugó fluido, apoyándose en las paredes de Gayà, Nani y Parejo. El equipo de Voro se encontró con dos obstáculos: la sincronización de la zaga amarilla; y, por otro lado, la mala toma de decisiones de Zaza en el desmarque.

El Villarreal ocupó mucho más el campo contrario en el segundo tiempo. El gol valencianista fue un homenaje al nuevo entrenador, Marcelino, por lo que supuso de velocidad y acierto: el cambio de orientación de Cancelo, el control de Rodrigo, su centro medido y el cabezazo al primer palo de Nani. Replicó el Villarreal con una larguísima jugada abrochada por el centro raso de Jonathan dos Santos y el remate de primeras de Trigueros. Nani tenía ganas de gustar y su centro a la nuca de la zaga amarilla, donde llegaba Zaza, fue delicioso: el cabezazo del italiano lo desvió a bocajarro Andrés.

Bruno y Trigueros sacaron el pedazo de futbolista que llevan dentro. El Villarreal mejoró con los cambios y Sansone cerró la fiesta amarilla ante el cabreo de un Mestalla que ni siquiera pudo despedir a Voro como quería. A los tímidos aplausos de Voro y algunos jugadores (Jaume y Carlos Soler, los más queridos), la grada respondió con abucheos. Y rabia. Demasiadas decepciones seguidas. Todo por hacer, Marcelino.