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No es un capricho que arqueólogos valencianos estén trabajando desde hace años en Pompeya. "No es casual porque es como excavar aquí", afirma el doctor Albert Ribera, jefe de la sección de Arqueología del Ayuntamiento de Valencia y director durante 20 años de la investigación en el solar de l'Almoina. El historiador sostiene que todos los hallazgos obtenidos sobre los orígenes de la ciudad apuntan a un mismo lugar: el sur de la península itálica (la zona de la Campania), cuyas ciudades fueron el prototipo para la fundación de Valentia en el 138 a.C. y cuyas costumbres y modos de vida fueron adoptados plenamente.

La teoría aparece recogida ahora en la publicación especializada Oebalus. Studi sulla Campania nell'Antichità. El artículo de Ribera concluye que "la arqueología ha corroborado rotundamente el origen itálico de la nueva ciudad [Valencia], tanto por su aspecto urbano como por sus pautas de consumo cotidiano, dominadas por los productos de la Campania y sus costumbres funerarias".

La moneda, la vajilla, los enterramientos, los rituales, la estructura de la primera Valencia e incluso su destrucción en el año 75 a.C. son factores que sumados ofrecen el mismo resultado: la traslación de los conocimientos y las formas de vida itálicas.

Albert Ribera lo expone con claridad en el título del artículo encargado por la revista italiana: La fundación de Valentia, un apéndice de Italia y Campania en la Hispania del siglo II a.C. O sea, "el primer siglo de Valencia es una historia paralela a la de Pompeya", apostilla el historiador.

El símbolo más evidente de la nueva ciudad fueron sus monedas, ya que fueron originales en el entorno hispánico. La nueva ceca de Valentia utilizó "símbolos y pesos hasta el momento desconocidos en Hispania, pero completamente normales en Italia". Desde el peso (superior al de las monedas iberas) hasta el uso oficial por primera vez en ellas del alfabeto latino, pasando por la aparición de nombres propios -de magistrados de la urbe- que en su mayoría proceden de la mencionada zona itálica. El arqueólogo dice de estos que, en conjunto, "serían de estirpe latina, itálica y osca [de la Italia central], más que romana". "Y para nada se relacionan con ninguna cultura prerromana hispánica", sentencia.

Los ritos fundacionales de la ciudad -urnas cerámicas huesos de animales y restos arqueológicos- apuntan también hacia raíces itálicas, tanto por la procedencia campaniense de estas piezas como por la comprobación de las mismas costumbres en otras fundaciones de la época.

"Pero donde tal vez se pueda rastrear mejor esta filiación itálica es en la vajilla de cocina" de los primeros pobladores, escribe Ribera. Son ollas y cazuelas que proceden del sur de Italia, con formas y pastas ajenas a las tradiciones locales ibéricas. Sobre las inscripciones no latinas en algunas cerámicas, el especialista sugiere profundizar en un posible origen osco, ya que las semejanzas entre este alfabeto y el ibero puede haber llevado a confusiones.

Los baños republicanos de Valentia (conservados en 'Almoina) -representantes del "modelo arquitectónico" formado a lo largo del siglo II a.C. entre el sur del Lacio y la Campania- y los enterramientos de este periodo localizados en Valencia (únicos en Hispania y que algunos han vinculado erroneamente con ritos de origen griego) son, para Ribera, traslaciones de los modos de vida itálicos. Estas concomitancias hacen que las excavaciones arqueológicas en España se hayan convertido en los últimos años en una fuente de información sobre el mundo republicano tan rica o más como las ciudades de Italia.