Aseguran que están "a merced de la policía local" porque tan solo pueden estacionar sus bicicletas de forma ilegal ya que el Caba?nyal carece de lugares habilitados para ello. En ocasiones reconocen que sus vehículos ocupaban parte de la acera. En otras, están convencidos de que la bicicleta no molestaba a nadie. Llevan meses quejándose de que los agentes rompen las cadenas de sus ve-hículos -en el distrito Marítimo- para requisar las bicicletas atadas a farolas, árboles o mobiliario urbano. Y defienden que "no tienen otra opción".

En la calle José Benlliure, en la calle Progreso, en la calle de la Reina, en Eduardo Escalante... los casos de candados rotos por la policía local se suceden en los barrios marítimos, según los propios afectados que exigen, alto y claro, "aparcamientos para bicicletas ya porque nos están friendo a multas y no tenemos alternativa". Para Pedro, ciclista y vecino del barrio, esta medida es "como si la policía ve un coche mal estacionado y le rompe la ventanilla y la dirección del volante para poder llevárselo". Casos hay muchos y muy variados, aunque no todos los afectados quieren dar su nombre "por posibles represalias" porque "aquí nos conocemos todos".

Muchos usuarios reconocen que "es casi imposible no molestaran a los peatones" porque las aceras del barrio "son muy estrechas". Sin embargo, Belinda está segura de que la suya no molestaba. Es más, antes de que su vehículo "desapareciera" había "pactado" con un policía local y con los operarios del servicio de recogida de basuras "candarla" a la protección de un contenedor. La joven explica que vive en un primer piso con unas escaleras "imposibles de subir con la bici a cuestas", así que la suya duerme en la calle. Hasta que se la llevó la policía.

Tras el episodio vivido, Belinda explica que "ahora la tengo que dejarla en un local, que remedio. No molestaba. No entiendo porqué tienen que complicarle la vida a la gente de esta manera". Tanto es así, que la joven prefiere contar su historia con un nombre ficticio. "Por si acaso, ¿sabe? No quiero complicaciones".

Advertencia vecinal incluida

La joven relata que, cuando vio que su bicicleta no estaba "donde siempre", se asustó de verdad. "En el barrio nos conocemos todos. La gente sabe que es mi bicicleta. Es más, un vecino me dijo que alertó a la policía de que el vehículo era mío". Sin embargo, la advertencia vecinal sirvió de poco. "Fui al retén, la describí al detalle, y me la dieron. No tuve que pagar nada, pero me advirtieron: 'si te volvemos a multar serán 300 euros'", relata la joven, y asegura que le explicaron que es "una medida que toma el ayuntamiento contra el robo de bicicletas. Pero es un abuso en toda regla". Héctor y Gabi fueron a visitar a un amigo, en el Cabanyal, y ataron sus dos bicicletas a las rejas de una vivienda abandonada, en la calle San Pedro. Al cabo de un rato se asomaron por la ventana y vieron a seis policías locales alrededor de sus vehículos, con una cizalla de más de un metro, incluida. "¿Molestan las bicicletas? Bajamos en seguida", les preguntaron desde el balcón. "Si molestan, sí", les contentó uno de los agentes. "Venid y traeros el DNI". Y así lo hicieron. Sin embargo, cuando llegaron junto a ellos, la policía ya había roto el candado en U -cuyo coste asciende a 30 euros- con el que estaban atadas las bicicletas. Los agentes les explicaron la nueva ordenanza de Circulación, y les pusieron una multa de 50 euros "aunque nos aseguraron que podían multarnos hasta con 100 euros", afirman. Los vehículos no fueron requisados, pero los dos jóvenes se marcharon a su casa con 85 euros menos en el bolsillo (los 50 de la multa y los 30 del candado en cuestión). Por último destacan los casos de aquellos que han dado su bicicleta por perdida. No piensan "darle el gusto" a la policía de que les pongan una multa -ya que hasta que no la solicitan los agentes desconocen la identidad del dueño- y saben que, en caso de recuperarla tienen que pagar, de entrada 34,86 euros, además de cuatro euros por cada día que pase.