Se valencianizó el apellido con el dictador acabado de enterrar. Montó un pub en el que sólo sonaba jazz o cançó y la cuatribarrada era decoración común. Dio cobijo a nacionalistas noctámbulos y montó recitales de poesía de Estellés o veladas literarias sobre Fuster. Y todo ello en una Valencia aún muy provinciana que, por antigua, todavía no había alumbrado ni la batalla de Valencia y el posterior cerrilismo blavero. Ése era -y es- Paco Munyoç (Xàtiva, 1950) voz autorizada de la noche que durante casi 25 años regentó l'Aplec, un garito mítico de la izquierda que tuvo vida hasta el año 2000, y artista plástico de trayectoria intermitente.

En muy pocos de los años que van de 1969 a 2013 Munyoç ha estado sin exponer, aunque sea una sola pieza en una colectiva. Pero es cierto que sus etapas sin producir de manera plena han sido varias y muy largas. Por eso su actual exposición individual en la Galería del Palau de Valencia (prorrogada hasta el día 21) y fruto de los dos últimos años de trabajo le sitúan lejos de todo aquello y cerca, más cerca que nunca, del pintor que nunca quiso dejar de ser.

"No sé por dónde discurrirá mi futuro, pero desearía no tener que volver a trabar en otra cosa que en la pintura. Con sus inseguridades, que las tiene todas y más ahora, es lo que me llena", explica sentado a la mesa de otro local con pedigrí, el Negrito de la plaza del mismo nombre. "¿Volver al negocio de la noche? Totalmente descartado", se pregunta y se responde él mismo. "Y dar clases", añade, "tampoco".

Por l'Aplec, en el barrio del Carmen de Valencia, pasaron todos. Munyoç hace esfuerzos para que no se le olviden los más significativos. Se queda en blanco, dudaÉ y poco después le viene a la memoria otro nombre más que se había dejado. Raimon, Mª del Mar Bonet, Joan Fuster, Juan Goytisolo, Vicent Andrés Estellés, Vicent Ventura, Lluís Llach, la gente dels Joglars, Pi de la Serra, Miquel Barceló, Carmen Alborch, Pérez CasadoÉ "Ah, y José Saramago, que vino cuando había una exposición de fotografías de Sebastiao Salgado", precisa. Las gentes del teatro -los locales y los que actuaban en Valencia- casi siempre recalaban en l'Aplec. Los de la literatura, igualmente. El más habitual de todos era el periodista J. J. Pérez Benlloch. "De allí no salía", rememora el de Xàtiva.

El pub cerró porque en el año 2000 "los mamones del Ayuntamiento de Valencia me expropiaron la planta baja; dijeron que había que rehabilitar t0da la finca. Nos engañaron, aseguraron que en un par de meses comenzaban las intervenciones. Pero no rehabilitaron nada hasta el 2007, y entonces yo fíjate ya las ganas que tenía de volver a levantar un negocio", explica nostálgico.

Munyoç es un bohemio sólo a medias. Es de esos que detesta la burocracia y los números y tiene un acentuado desdén por el dinero. Pero por contra "tengo coche y móvil", admite. Aunque aclara enseguida que "debe hacer un año que no cojo el coche. Yo voy alguna vez en moto y, casi siempre, en bicicleta". De ordenadores e internet, "ni idea".

Expuso en Nueva York

La pintura expuesta en la Galería del Palau no es amable ni de fácil digestión. Munyoç consagra toda la exposición al informalismo, con unos cuadros muy matéricos hechos con fragmentos de arpillera (su sello habitual). El artista admite que "a estas alturas muchas cosas las tengo ya muy superadas y, evidentemente, no me voy a poner a hacer retratos o paisajes. Que ya los hice, yaÉ". No sabría situar el momento en que su obra se desliga del academicismo y va hacia otros senderos creativos. "La personalidad creadora se define progresivamente".

El pintor tiene "una buena relación" con obra suya del pasado. "Uno cree que lo último que hace es lo mejor, pero yo veo cosas mías antiguas y me gustan, las suscribo hoy". En 1991 y 1992 la pintura de Munyoç se pudo ver en la Art Gallery Lladró de Nueva York.

Esta última exposición de ahora ha dado alas a Munyoç. Ha pintado tanto "que llegué a tener doscientos cuadros. No me cabían en casa", dice. "Estoy encantado. Cuando más trabajas, más proyectos tienes. Ahora pinto un cuadro y tengo dos o tres en mente. Es una etapa muy creativa".