El Centro Cultural La Beneficencia acoge desde ayer la segunda entrega de la exposición "Valencia en Blanc i negre", doscientas fotografías en las que se muestran otros tantos instantes de la historia de Valencia entre finales del siglo XIX y los años 60 del pasado siglo. Su hermana, la que se organizó en el año 2008, batió todos los récords de asistencia -30.000 personas- y de ahí que la Diputación de Valencia, con la producción del Museu Valencià de Etnología, haya querido abundar en esta iniciativa tirando de los archivos fotográficos de Huguet y Tívoli.

Para que se hagan una idea de lo que es esta exposición les propongo situarse sobre el puente de Aragón y retrotraerse en el tiempo hasta los años 50. Sólo en esa imagen puede verse la antigua estación de Aragón, la playa de vías que ahora es la avenida del mismo nombre, las viejas fábricas donde ahora se levanta el Palau de la Música o el río discurriendo por su cauce natural hasta el mar.

Otra propuesta. Estamos en esas mismas fechas, pero en la plaza del Ayuntamiento. Se aprecia la afamada reforma de Goerlich, con la parte central elevada sobre unas escalinatas; el edificio de Correos en su estado original, los coquetos edificios derribados para hacer el no tan atractivo edificio de la esquina con la calle las Barcas, y hasta referencias políticas propias del momento. "Comunismo no", reza en una pintada. Y una última sugerencia. Si miran una imagen del Puente de Serranos de 1905 y la de ahora, completamente peatonal, apenas hay diferencia. Sólo sobra un carro.

Centrada en las personas

De todas formas, el urbanismo y los monumentos no son en esta ocasión el elemento dominante de la muestra. Para dar una dimensión más humana de la ciudad se abunda en el costumbrismo y se une un apartado dedicado a la huerta y la albufera, dos ambientes tan capitalinos como sus calles, como se encargó se explicar Joan Seguí, director del Museu Valencià de Etnología.

Los oficios, en los talleres y a la orilla del mar; las fiestas, con el Corpus -cuyos trajes son noticia estos días-, los carnavales o las fallas en el centro del objetivo; y la vida diaria de los valencianos ocupan un espacio muy destacado de estas doscientas "fotohistorias". Baños en la Malva-rosa, lavanderas en el cauce, compras en la calle Zaragoza o buques en el puerto dan una dimensión distinta de la ciudad y de su evolución.

Y como novedad, los alrededores de la ciudad, la huerta y la Albufera, dos espacios a menudo maltratados que en esta exposición cobran toda su importancia. Velas latinas, surcos y terreros, escenas de caza, barracas, paellas etc., todo está aquí, en esta exposición que llega acompañada de un catálogo con alrededor de 500 imágenes y que estará abierta en la Beneficencia hasta el próximo 29 de septiembre.