Los vecinos del entorno del Mercado de Colón y de calles como Cirilo Amorós o Jorge Juan ya no saben qué hacer con un grupo de entre 10 y 15 «gorrillas», la mayoría de procedencia búlgara, que se han enseñoreado de uno de los enclaves más señoriales de la ciudad. Las denuncias a la policía son constantes. Fuentes del cuerpo confirmaron ayer que es una de las zonas más vigiladas, donde trabajan agentes tanto del centro como de Russafa.

Cabe recordar que las calles donde los vecinos tienen que sufrir la presencia de este grupo de «gorrillas» cuentan, además, con establecimiento limitado por horas, la zona azul u ORA, por lo que en ocasiones aparcar en estos puntos cuesta lo que haya que pagar a la zona azul más lo que se entrega a los «gorrillas».

Fuentes de la Policía Local de Valencia explicaron ayer, a preguntas de este diario, que se trata de una zona muy vigilada por las diferentes patrullas. En muchas ocasiones, las idas y venidas de los agentes por las calles del entorno del Mercado Central consiguen su efecto y disuaden a los «gorrillas», que se alejan de los sitios de aparcamiento libres, para volver cuando la policía se ha ido.

Las mismas fuentes comentaron que en el cuerpo hay cierta desazón porque a los «gorrillas» no se les puede detener. Son objeto, la mayor parte de las ocasiones, de multas administrativas que no son cobradas porque no se pueden enviar a los domicilios de los infractores. «No podemos poner 'puente en el cauce del río' en la multa», aseguraba la misma fuente del cuerpo, que explica que la Ordenanza de Ocupación de Vía Pública, recientemente aprobada por el ayuntamiento, les da herramientas para trabajar con estas personas.

Con todo, a la labor de los agentes se suma la que realizan aquellos condenados a trabajos para la comunidad que en determinados puntos actúan de «gorrillas» legales y consiguen disuadir a los ilegales. «Son un gran apoyo», explican. Se trata de personas, normalmente condenados por tráfico, que vigilan determinados aparcamientos.