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Pontífices en el callejero

La ciudad de los once papas

Avenidas, plazas y calles recuerdan a algunos de los jefes del Vaticano más relevantes - El reparto entre los herederos de Pedro es desigual

Calle de San Pedro. a. jorge

Si bien es cierto que todas las calles conducen a Roma, también lo es que de los 266 representantes que Dios ha tenido en la tierra desde que Pedro edificó su iglesia sobre una piedra en la ciudad del Tíber, tan sólo once se han ganado un homenaje en el callejero de Valencia. No obstante, no todos los sumos pontífices han entrado en el mapa urbano con los mismos honores. Los hay con anchas avenidas o céntricas calles, mientas otros se tienen que conformar con pequeñas plazoletas y vías más humildes, alejadas del populoso centro de la urbe.

La plaza de Juan Pablo II

Hasta el momento, dos han sido los papas que han visitado tierras valencianas en viaje oficial desde el Vaticano. El primero fue Karol Wojtyla, con el nombre de Juan Pablo II, en 1982. Como muestra de agradecimiento, el Ayuntamiento de Valencia aprobó rotular en su honor una plaza en el barrio de Campanar. Sin embargo, con el paso de los años, esta ubicación se ha ido degradando debido a un cierto abandono. Se trata de un espacio con un pequeño parque, en el que los coches han ganado el terreno suficiente como para convertirlo en un apetecible aparcamiento gratuito y al aire libre. Por otro lado, las placas con el nombre de Juan Pablo II deberán ser actualizadas en breve, puesto que el papa polaco ya ha pasado a ser santo.

De hecho, la Asociación Memorial Juan Pablo II recauda fondos desde hace años para erigir una estatua en su recuerdo, pero la intención es hacerlo en otro punto de la ciudad, algo más céntrico y con mejores vistas. A lo largo de esta misma mañana los que lo deseen podrán colaborar con la causa en la Plaza de la Virgen.

Como anécdota, cabe apuntar que el segundo papa que puso sus pies en Valencia fue el ahora dimitido Benedicto XVI. Fue en 2006, con motivo del Encuentro Mundial de las Familias. De momento, su famoso paseo por la azotea de la Basílica no le ha hecho merecedor de una calle.

El primer papa, en el Cabanyal

Si hay un pescador que ha pasado a la historia, ése es San Pedro. Por eso, parece coherente que la calle más antigua del barrio de pescadores por excelencia, el Cabanyal, lleve su nombre. El que primero fue apóstol y luego papa, el primer líder del incipiente cristianismo, identifica ahora uno de los pasos más castigados por los derribos derivados del plan de la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez. Entre las redes marineras de Pedro sigue enzarzado el conflicto sobre el futuro urbanístico del barrio.

Cinco Píos para cinco calles

Pese a que existe una gran variedad, hay nombres con más gancho que otros para ser papa. Por ejemplo, el de Pío ha sido escogido por hasta una docena de cardenales el día de su elección. De ellos, cinco siguen vivos en las calles valencianas, dos en calidad de santos. El primero de la lista es Pío V, Antonio Michele Ghiselieri, que no conforme con ser papa y dar título a una concurrida calle junto al cauce del Turia, también da nombre al Museo de Bellas Artes de la Generalitat. Este vicario de Cristo, que gobernó entre 1566 y 1572 y se centró en combatir contra los turcos y el protestantismo, se ganó el reconocimiento del consistorio valenciano allá por el año 1875.

En el siglo XIX fue el turno de Pío IX, el papa que vio como la Iglesia cedía a Italia los Estados Pontificios. Sus 31 años en la silla de Pedro le valieron para tener una calle en Sant Marcel·lí junto al Cementerio General y ser, por ahora, beato. Casualmente, a apenas unos metros de distancia de esta calle se encuentra la de San Pío X, (Giuseppe Melchiorre Sarto), fallecido al inicio de la I Guerra Mundial tras una enconada defensa de los derechos eclesiásticos.

Algo más alejada radica la calle de Pío XI, el papa número 259, al que le tocó vivir el comienzo y gran parte de la Guerra Civil. Su calle persiste en Patraix desde 1951, cuando el ayuntamiento decidió cambiar el nombre de la calle «Principal Patronato de Nuestra Señora de los Desamparados de Patraix» para poner el de este heredero de Pedro. El último de los Píos, el número XII, fue bendecido y agraciado por el Gobierno local con una considerable avenida en el barrio de Campanar. Entre el cauce del río y General Avilés. Eugenio Pacelli, así era como se llamaba antes de acceder al Vaticano, destacó por amenazar con la excomunión a los amigos del comunismo.

Su avenida, uno de los nervios centrales en el sistema circulatorio de la ciudad, fue rotulada durante el año 1956.

Avenida para el «Papa Buono»

Una larga avenida separa los barrios de Torrefiel y Benicalap. Es la de Juan XXIII, más conocido como el «Papa Buono» por su alabado sentido del humor. El italiano fue la voz infalible del todopoderoso en el mundo de los humanos desde 1958 hasta 1963. Tan sólo cuatro años después de su muerte, en 1967, al ayuntamiento creyó oportuno utilizar su nombre para este límite urbano entre dos barrios, al norte de la ciudad. Juan XXIII fue el propulsor del Concilio Vaticano II, llamado a revolucionar la identidad de la Iglesia católica y al igual que ocurre con San Juan Pablo II, la placa de esta avenida deberá incorporar su reciente canonización. Ahora es papa y santo.

Décadas antes de que lo hiciera este cardenal de Bérgamo, la mitra y el báculo papal fueron portados por otro italiano: León XIII. Su nombre se puede leer en una de las calles del barrio d'En Corts, en la intersección con la avenida del Doctor Waksman. En este caso, los responsables municipales acordaron bautizar esta vía en 1940, 37 años después de su muerte.

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