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Polémica

La disputa de las terrazas se libra a pie de calle

El sector hostelero se aferra a la esperanza de uno de los motores económicos alimentado por el turismo Desde la entrada en vigor de la Ley Antitabaco el número de licencias se ha duplicado

La disputa de las terrazas se libra a pie de calle

Para el aperitivo, cualquier tentempié o simplemente tomar un café. Incluso para paladear la oferta gastronómica del terreno en una cena con la brisa nocturna como telón de fondo. El atractivo de las terrazas en la ciudad de Valencia, una capital que disfruta sin complejos del clima mediterráneo, resulta evidente para los locales, y su encanto se multiplica en el caso de los foráneos. Por esa razón, mientras la crisis económica estrangula la mayoría de los sectores productivos, las terrazas se aferran al maná del turismo con uñas y dientes. Las mesas, las sillas, los toldos y los camareros se han convertido en algunos barrios, especialmente los más céntricos, en un elemento más de la estampa urbana.

No obstante, aunque lo hace poco, nunca llueve a gusto de todos. La progresiva «invasión» de las aceras que han acometido los bares, cafeterías y restaurantes han originado, a lo largo de los últimos tiempos, tensos enfrentamientos entre las comunidades vecinales, los dueños de los establecimientos y las administraciones. El derecho al descanso y a la libre circulación por un lado, y un negocio que está llamado a mantener encendido el motor de la economía por otro, protagonizan el tira y afloja de las terrazas en las calles de Valencia.

Con la voluntad de poner paz, o al menos orden, el Ayuntamiento de Valencia está cerca de aprobar, de forma definitiva, la nueva Ordenanza de Ocupación del Dominio Público, actualmente en fase de reclamaciones después del visto bueno provisional del pasado mes de marzo. Esta esperada norma, que entrará en vigor el próximo mes de enero de 2015, trata de delimitar el poder de las terrazas con el objetivo de que no se produzcan abusos en perjuicio de los colectivos vecinales, a la vez que intenta poner cierto equilibrio en cuanto a la disposición de las sillas y las mesas en la vía pública.

De esta manera, la ordenanza regula la superficie de las terrazas en función de los metros que tenga cada local y, en ningún caso permite que se sobrepase la línea de fachada de los edificios de cada negocio. Como ejemplo de las dimensiones contempladas, un restaurante de hasta 200 metros cuadrados podrá tener una terraza de 60 metros cuadrados y uno que supere los 200 metros de superficie podrá contar con una terraza de 100 metros cuadrados. Los que dispongan de una acera de menos de tres metros, deberán cambiar de idea, porque no tendrán derecho a colocar ni una silla en la calle. Además, la norma especifica que todos los muebles y objetos que constituyen las terrazas (mesas, sombrillas, maceteros y publicidad) deberán quedar enmarcados dentro de las líneas de pintura verde que marcarán sobre el pavimento el perímetro total del espacio para la terraza.

Para los peatones que decidan pasar de largo, hay que dejar un espacio libre de 1,50 metros entre la fachada y la terraza salvo excepciones, como en el Carme, en lugar de los 1,20 metros anteriores.

Con todas estas cifras, se calcula que los bares y las cafeterías de la ciudad tendrán luz verde para ocupar una superficie de la vía pública un 30 % superior de lo que se permite en otras capitales como Sevilla y Madrid.

Más allá de las dimensiones y la forma, el otro gran motivo de protestas respecto a las terrazas pasa por el incumplimiento de los horarios, sinónimo de la falta de sueño en más de un vecino. La nueva normativa indica que, a partir de 2015, durante las estaciones de primavera y verano, las más propicias para el efecto, se podrá servir en la calle desde las 8 horas hasta la una de la madrugada, con media hora de regalo los fines de semana y vísperas de festivo. En cambio, en invierno habrá que cerrar a las 0.30 horas.

En cuanto a las sanciones a las que deberán enfrentarse los temerarios que desoigan la ordenanza, cabe reseñar que las multas oscilarán entre los 750 y los 3.000 euros.

La palanca de la Ley Antitabaco

Barrios como Russafa, Benimaclet y el Carme, así como las zonas universitarias (Plaça Xúquer) y los focos turísticos (plaza de la Reina), han aprendido a convivir con las ventajas e inconvenientes de las terrazas y sus clientes. Representantes vecinales, asociaciones de comerciantes y los propios hosteleros han tenido que bajar al ruedo para torear un toro que ha ido ganando fuerza desde el 2 de enero de 2011, cuando empezó a funcionar la Ley Antitabaco. Para muestra un botón, o mejor dicho, unos centenares de miles. En el año 2010, antes de que se prohibiese fumar en el interior de las cafeterías, bares y restaurantes, el Ayuntamiento de Valencia otorgó un total de 1.416 licencias para instalar mesas y sillas en la calle, el único lugar permitido para encender un cigarrillo. Cuatro años después, el consistorio ha adjudicado algo más del doble; 3.093. Un incremento pronunciado y constante que supone un balón de oxígeno para las arcas municipales. Si en 2010 se recaudaron 800.000 euros por las tasas de la ocupación de la vía pública, en 2013 se obtuvo más de dos millones de euros. Un suculento ágape a costa de las terrazas.

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