Si hubiera que seguir el único caso de la historia reciente de la fiesta, posiblemente los falleros de Mercado Central y Pintor Domingo firmarían con los ojos cerrados la fusión. En el año 2000 se plantó por primera vez la falla Linterna-Na Robella-Barón de Cárcer. Se unieron bajo esta denominación las de Linterna-En Gil y Na Robella-Ángeles-Maldonado. En este caso había una comisión más potente (Linterna) y otra con grandes problemas de supervivencia (Na Robella). Con la fusión, Linterna conseguía un objetivo que perseguían desde hacía tiempo: salir a la avenida del Oeste y Na Robella salvaba la existencia. Eran dos fallas con número de censo muy bajo, pero pervivió el de la falla más modesta, el seis, mientras que el 14 de Linterna quedó vacante hasta que se le concedió a Almirante Cadarso-Conde Altea.

Casi veinte años después, Linterna-Na Robella-Barón de Cárcer (a la que, estratégicamente, se le añadió el nombre de la avenida principal de la zona) se ha consolidado como una de las comisiones más importantes de la zona. Su envidiable situación en el callejero le ha permitido albergar acciones publicitarias, tienen una de las verbenas más importantes de la ciudad y, lo que es más importante, tienen un censo espectacular, siendo una de las pocas de la ciudad que, por ejemplo, funcionan con el «todo incluido» de comida y bebida en la semana de fallas. El pasado ejercicio ya plantaron en Primera B. Y nadie duda que, dentro de Ciutat Vella, es una de las comisiones con mejor salud económica y social. Curiosamente, en este caso también se unieron dos comisiones de sectores diferentes, Seu-Xerea-Mercat y Pilar-Sant Francesc.