Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un campanario defendido por su cura a tiros en el 36

El campanario construido entre los siglos XVII y XVIII, al estilo toscano , que ahora el actual equipo de gobierno municipal de Valencia había tratado de enmudecer, ya fue defendido a tiros de escopeta en los aciagos prolegómenos de la pasada guerra civil y persecución religiosa en España, por su cura párroco entonces, José Ruíz Bruixola, quien al final pagó cara su firmeza en la fe y en el cargo, ejecutado por unos milicianos en las tapias del cementerio de Gilet.

Las campanas de la torre desaparecieron durante la Guerra Civil a excepción de la conocida como Vicent, de 1755, año del tercer centenario de la canonización de san Vicente Ferrer, con cuyo motivo fue acabado de construir el campanario. Durante su curato hermoseó enormemente la Capilla de la Comunión del templo.

Tras las elecciones de febrero de 1936 las nuevas autoridades frentepopulistas comenzaron a coartar la libertad de la Iglesia y el ejercicio del culto externo. Un día de tantos, un grupo de milicianos amotinados descontrolados dedicados al incendio y saqueo de iglesias y conventos llegaron a las puertas del templo parroquial de san Nicolás, regentado por esos días por un anciano sacerdote, 79 años, José Ruíz Bruixola, de Foyos, quien sabedor de lo que estaba ocurriendo en otras iglesias cerró la suya y se subió a lo alto del campanario con una escopeta disparando al aire de forma disuasoria y poniendo en fuga a todos los asaltantes.

Consiguió el sacerdote con sus arrestos evitar el primer intento de destrucción del templo, pero los miembros del Comité Revolucionario le obligaron días después a abandonar templo y casa parroquial, bajo amenaza de detención y muerte, marchándose a su pueblo nata donde vivió en casa de unos familiares hasta su detención por el Comité Revolucionario local y su traslado a Gilet, donde fue fusilado junto con otros sacerdotes, religiosas y seglares en la medianoche del 29 de octubre de 1936.

Uno de los escopeteros del pelotón de fusilamiento quiso violar en el campo santo, antes de matarla a una de las religiosas, Hija de la Caridad, vasca, enfermera, muy guapa Joaquina Aguirre, y ésta mujer de genio y temperamental, se revolvió contra el miliciano, lo derribó de varios puñetazos, lo cogió del cuello y le arrebató el arma, ante la sorpresa de los fusileros que no supieron o pudieron reaccionar, logrando por momentos variar la situación y cambiar sus historias. El P. José Ruíz, que estuvo animando a todo el grupo en el camino al patíbulo convenció a la religiosa para que depusiera su actitud, pidiera perdón al agresor agredido y aceptara el martirio que les conduciría hasta Dios.

La Iglesia hoy tiene considerados mártires unos beatificados y otros en vía de ello. Los restos mortales de José Ruíz están enterrados en el templo parroquial de Foyos. Desde 1950, tiene dedicada calle en su pueblo, la cual se le ha intentado últimamente retirar y en anterior ocasión quedó con un simple cambio geográfico en el callejero. En una de las capillas del templo de san Nicolás hay un óleo sobre tabla (siglo XXI) de este sacerdote beatificado por el papa Juan Pablo II. El actual párroco, Antonio Corbí, es doctor ab utroque iure, en derecho civil y eclesiástico, de familia de juristas, tiene un hermano notario, y estaba claro que iba a plantear batalla jurídica en el plazo de alegaciones a una incomprensible e infundamentada jurídicamente resolución de un simple jefe de servicio del Ayuntamiento, donde faltaba lo esencial: el principio acusatorio y la prueba de la contaminación acústica. No sé si tendrá que ver con este sobrepasarse la autoridad con el hecho de que junto a la iglesia se encuentre «la finca de los socialistas» un antiguo edificio restaurado en el que viven ex conocidos cargos socialistas.

Compartir el artículo

stats