La desesperación ha llevado a Jose Manuel a pegar su currículum en la fachada del edificio de la Sindicatura de Comptes en la calle San Vicente. Unos muestran su experiencia laboral en internet y él no tiene más remedio que exponerlo a los viandantes, que en su mayoría pasan ante él sin mirarle a la cara. Alguna persona se para a darle unas monedas, y trabajadores de locales cercanos le prestan alguna ayuda.

«Ahora puedo pedir la Renta Activa de Inserción, pero yo lo que quiero es trabajar», cuenta este vecino de Huelva que hace medio año se vino a València por una oferta de trabajo como camarero. Cuenta que le dijeron que era un empleo para mucho tiempo pero que una vez en la ciudad supo que solo era para cubrir una baja temporal. A sus 52 años lleva dos en el paro, y tras el citado tropiezo le ha salido algún otro trabajo temporal, como camarero o haciendo mudanzas. Tuvo que dejar uno de esos trabajos al carecer de vehículo.

«Ahora me han ofrecido otro en un polígono industrial de Paterna, pero lo mismo...no tengo cómo ir y el metro me han dicho que no llega y tendría que andar unos dos kilómetros por el arcén...así que no lo voy a poder coger», dice con el gesto de quien tiene el ánimo decaído. La trabajadora de un establecimiento le ha impreso un plano del metro, que él guarda con cuidado en una funda.

La de Jose Manuel es una imagen atípica entre quienes desgraciadamente tienen que verse pidiendo una ayuda a pie de calle: bien afeitado, cuidando su vestimenta, bien peinado...«Yo no paro a la gente para que me dé dinero...mira con estas monedas ahora iré a tomarme un café. A quién pueda darme un trabajo que sepa que ni tengo problemas de alcohol ni de drogas», comenta. «Hay algún señor que ha venido aquí y me ha dicho que me iba a dar un trabajo, pero luego nunca han vuelto. Lo dicen delante de todo el mundo para ponerse la medalla, pero luego nada».

Su currículum vitae cuenta una Formación Profesional de Mecánico Ajustador en la Politécnica de Huelva y un listado de diferentes trabajos, sobre todo muchos años de camarero en Huelva, Sevilla, Cádiz o Granada. «Ahora prima el marketing, antes ibas a buscar trabajo y al menos te probaban un tiempo...», cuenta en referencia a la dificultad a acceder a un puesto por su edad. Dice que a pesar de llevar casi toda su vida trabajando cuando fue despedido se enteró de que solo había cotizado 12 años. «Yo firmaba mis nóminas pero mis jefes ponían las horas que querían».

Vive con su mujer en una pensión

Junto a él se vino su mujer (que tiene problemas de salud), quien encontró un empleo cuidando a una persona mayor, pero que se reduce a unas pocas horas a la semana. «Hemos estado yendo a Casa Caridad a comer y nos han ayudado los servicios sociales. Una parroquia nos dio un lugar donde dormir y nos encontraron un empleo...pero vamos...era de película...yo trabajaba sin cobrar...», explica. «A mí me da vergüenza estar en la calle, pero yo no puedo estar parado, y menos con mi mujer enferma», reconoce, mientras cuenta que también ha dormido en la Parroquia de San Martín Obispo y San Antonio Abad. Ahora cuenta que duermen en una pensión, a cuyo dueño, llamado Juan, agradece de corazón «todo lo que hace por nosotros» al tiempo que dice que agradecería que les ayudaran a poder pagar la habitación. Jose Manuel se despide emocionado de nosotros con un abrazo: «gracias por preocuparos de mí».