Miguel Torres, director general de bodegas Torres y quinta generación de esta saga de vinateros, ha visitado esta semana Valencia para dar a conocer a un pequeño grupo de periodistas los avances del proyecto de recuperación de varietales ancestrales pre-filoxéricas que, por uno u otro motivo, habían dejado de cultivarse en Cataluña.

El proyecto se inició hace 35 años con un trabajo de localización de cepas que los viticultores no eran capaces de identificar con otros varietales. Una vez localizadas las plantas, y en colaboración con la Universidad de Montpelier se trabajó en la reproducción, y más tarde cultivo en diferentes parcelas de las diferentes fincas que Torres tiene en Cataluña.

Aunque el proyecto aún no ha finalizado, durante la reunión del pasado lunes ya se pudieron catar algunos vinos elaborados con uvas de castas pre-filoxéricas: la blanca Forcada y las tintas Pirene, Gonfaus, Moneu y Querol. La cata resultó del todo reveladora, aunque más allá de las cualidades organolépticas de los vinos, Torres insistió en la necesidad de adelantarse a los efectos del cambio climático. «Nosotros invertimos mucho en reducir la huella del carbono como medio para contribuir a ralentizar el cambio climático, pero tenemos estudios que alertan sobre el comportamiento de las variedades que hoy en día cultivamos y que dentro de unos años verán modificados algunos parámetros como los de la acidez. En cambio, estos varietales que hemos recuperado mantienen unos niveles altos de acidez en líneas generales, algo fundamental para la evolución de los vinos», relató Miguel Torres durante la cata.

Junto a los vinos de varietales ancestrales, bodegas Torres también presentó la última añada del tinto Grans Muralles, que la pasada semana recibió el Premio Alimentos de España al Mejor Vino otorgado por el Ministerio de Agricultura. La cata y presentación se realizó en el edificio Veles e Vents, donde el equipo del restaurante La Sucursal ofreció un menú armonizado con algunos de los mejores vinos de la bodega.